En la cárcel el del alma, los pies rozan el suelo y he de ver allí los sueños olvidados.
Como existir sin el anhelo de vivir, es inútiles mi esfuerzo de volar.
Entre escombros y despojos encontré tu recuerdo, desahuciado temblaba en la oscuridad.
Y en mi intento de ayudarlo la noche inmensa encadenó tu imagen, y en esa oscura y frígida caverna reposo tu existencia.
La espesa capa de niebla que cubre el piso te rodea. Mis pies se arrastran y te desvaneces. No queda rastro de ti.
Suave y sin prisa, viaja mi ser en silencio por la selva tórrida, fragante toque, fría caricia rebosante de anhelos, dulce tortura en vida.