¡Al fin! Al fin llegó este día, al fin comenzaron los días de clase; sé que suena como si fuera una típica ''nerd'', pero no lo soy, en realidad ni me gusta estudiar tanto, pero, pues bueno, debo hacerlo.
Ah... pero tampoco soy tonta, aunque debo aceptar que aún tengo muchísimo por aprender en la vida.
Como sea, fui emocionada al colegio, ya no aguantaba un día más de estar aburrida en mi casa. Llegué y fui junto a Dana, Katy, y... bueno, ellas son mis verdaderas amigas, aunque Dana es algo complicada y lo que me suele doler es que ella nunca ha dicho que soy su mejor amiga, y ya llevamos más de cinco años siendo amigas, y no es justo.
Luego están más chicas, digamos que somos amigas, pero no íntimas, no confío del todo en ellas, y es que en la vida a veces es mejor no confiar tanto.
Y bueno, acá estoy, con mis dos verdaderas amigas, cuando de repente desde el altavoz llaman a todos para la formación. Allí me doy cuenta de que en mi grado estamos más de cincuenta, y no creo que nos dejen a todos juntos.
Tuve razón, al final de la formación, las dos profesoras comenzaron a llamar las listas, y por suerte Dana y Katy no se separaron de mí. Lo triste es que una amiga de corazón, Luz, se fue con el otro grupo... ojalá que igual seamos amigas.
Nos llevaron al salón nuevo, el cual era enorme ¡ni la mitad de él cubríamos! La profe nos saludó y presentó a un chico nuevo, Leo, que era tan, tan, no sé, era alguien indescriptible, y sus ojos eran muy lindos, y cabe destacar que mi debilidad son los ojos.
En el receso me fui con Dana y Katy, nos sentamos a comer y allí Dana comenzó una conversación que me resultó rara:
-Roxan, ¿ya viste que lindo está nuestro nuevo compañero?- dijo Dana.
-Em.... ¿a quién te refieres?- contesté. En mi mente ''obvio que sí, ese chico es lindísimo, aunque no sepa nada de él, aparte de que se llama Leo.
-¡A Fer! –me respondieron Dana y Katy al unísono.
-¿¡Qué cosa!?- suponía que era una broma.
-Sí, se cambió de peinado y está muy lindo, sinceramente él es el más lindo de la clase- contestó Dana.
-Para mí, él no es lindo- dije.
-¿De verdad te parece feo Fer?- preguntó curiosa Katy.
-No. No es que sea feo, pero tampoco es lindo- respondí de manera confusa.
-No entiendo eso- dijo Dana, con justa razón.
-Lo que digo es que él no me resulta bonito, ni feo; es digamos ''normal''- aclaré.
-Para mí sí es lindo- dijo Dana- ah, pero tampoco me gusta- agregó rápidamente. Dana siempre se ha asegurado de que el mundo crea que ella es perfecta. Si bien tiene una cara bonita lo que no me agrada es que quiera parecer ''perfecta'' e ''intachable'', siendo que todos tenemos algún defecto por naturaleza. No le digo nada porque se enojaría conmigo y detrás de ella Katy y la mayoría del salón.
En fin, guardo esto en mí, aunque a veces ya no es ''divertido'', ya que yo confío en ella pero ella no en mí, y eso no es una mejor amiga.
Luego de esos pensamientos sonó el timbre de entrada, así que nos fuimos de nuevo al salón.
Al sentarme se me acerca una chica, también era nueva, se llamaba Isa. Era una chica trigueña de ojos cafés, pero que por alguna razón le quedaban bien, porque generalmente no suele suceder. Me saludó amablemente, parecía una buena chica, más bien, una agradable persona.
Estuvimos hablando, y me di cuenta de algo que jamás sospecharía: era la hermana de Ingrid, quien a su vez era del grupo de Laura, la chica mala, o al menos eso era conmigo.
Seguí platicando un poco con Isa, que me contó que se mudó de turno y esas cosas.
Al rato llegó la profesora y nos dio un montón de tarea. Era algo gracioso ver como mis compañeros se enojaban, excepto Leo, que permanecía simplemente callado.
Después sonó el timbre y me dirigí sola hacia mi casa ¡era tan aburrida mi vida! En verdad yo odiaba estar en casa, por eso creo que me gustaba la escuela, y es que allí por lo menos me distraía.
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Nunca digas nunca.
Teen FictionPrólogo: Durante la vida pasamos muchas cosas, algunas de nuestro agrado, otras no, y hay veces en las que sientes que ya no vale la pena seguir luchando y quieres rendirte y olvidar todo. Tal vez el problema sea que ya no tengas ni una esperanza n...