Capítulo 1

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-Bienvenida a Quindecim- saludé.
-Interesante... Con que esto es lo primero que ves al morir... No es una mala imagen, todo lo contrario.
-¿Morir?
-Estoy muerta, no recuerdo por qué, pero estoy muerta. No me molesta, la verdad. No estoy triste por eso.

La miré fijamente, luego reaccioné.
-¿No está triste?
-Tengo muchas preguntas, espero me disculpe. Quindecim, dijo. ¿Aquí vienen las personas después de morir?
-Sí.
-Es un lugar hermoso. ¿Qué función cumple?
-Aquí vienen los muertos a ser juzgados, decido si van a renacer o al vacío.-respondí.

-¡Interesante!-se paseó por el lugar. Aproveché para observarla. Alta, esbelta. Llevaba el cabello café corto hasta por los hombros y sus ojos eran verdes y claros, tan claros como el agua. Usaba sandalias, pantalones vaqueros y una camiseta blanca.

-¿Y cómo se juzga a los muertos?
Oí el ascensor.
-Ahora verá. Por favor, quédese detrás del mostrador y no hable por ningún motivo.
Asintió, obediente.

Los recién llegados eran un niño y una mujer.
-Bienvenidos a Quindecim- saludé.- Soy el barman, Decim. Permítanme hacerles una pregunta: ¿recuerdan algo antes de llegar aquí?-el niño solo negó con la cabeza. La mujer comenzó a gritar y llorar que la dejara ir, a lo que respondí lo usual:

-No puedo responder preguntas ni dejarlos ir hasta que completen el juego.

Expliqué las reglas. La mujer se escandalizó otra vez y el niño solo sonrió.
-Un juego, ¡qué divertido!
-¿No has oído lo que dijo? ¡Jugamos nuestras vidas!
La queja tardó mucho. El niño ya había presionado el botón para girar la ruleta.
Les tocó el videojuego.

Observé a mi acompañante. Ella miraba las reacciones con atención. La invité a acompañarme hasta el área de juego.
Recité las reglas del videojuego y los oponentes se dispusieron a jugar.

Desde el primer momento el niño tenía un enfoque poco competitivo; disfrutaba el momento, se reía, se asombraba con los personajes.
La mujer solo luchaba por ganar hasta el punto de desesperarse y empezar a jugar sucio.

Pronto ambos contendientes recordaron sus pasados y dejaron de jugar. El niño habló primero.
-Fue muy divertido. Ya me parecía que había algo raro... Me morí, ¿no? Estaba en un partido de fútbol y me falló el corazón. Eso es un poco triste... Quiero decirle a mi mamá que la quiero una vez más... Pero tal vez me vaya al cielo y la encuentre allá.

La mujer lloraba y gritaba. Dijo que no era justo una y mil veces. Se enojó con el muchacho por su actitud neutral ante la muerte, alegando que no era importante la familia de él porque solo era un niño que no hacía nada realmente.
Las palabras causaron un efecto negativo y molesto en mí. No tenía razones para desprestigiar una vida de ese modo.

-Síganme- pedí. Los competidores y la ojiverde hicieron caso. Los conduje hasta los ascensores, donde indiqué a dónde iría cada uno.
La mujer entró entre grito y llanto. El chico, con una sonrisa triste en el rostro.

-Si llega mi mamá, díganle que la amo y que estoy bien.- pidió él antes de que las puertas a la reencarnación se cerraran.

Los ascensores partieron.

-Interesante. Ellos no saben que han muerto. ¿por qué yo sí?

-Porque a veces hay errores en los bancos de recuerdos.

-¿A dónde fue cada quien y en qué te basaste para juzgarlos?

-El niño renacerá. La mujer caerá eternamente al vacío. Los juzgo basándome en sus reacciones al jugarse una vida que no tienen y mirando quién aprovechó su vida y quién la malgastó. El niño tendrá oportunidad de ver a su madre en otra forma y tener una vida más larga y, espero, plena.

-Interesante. ¡Oh! No me he presentado- dijo, saltando en su lugar-. Soy Tarotsuki Kaede. Un nombre raro, ¿no cree? Luna de tigres y arces. ¡Sería una gran novela!

Kaede. Kaede, la que recuerda. Kaede, la que no llora su propia muerte. ¿Cómo juzgarte, Kaede?

Recuérdame (Death Parade)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora