Pensando en alto

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Desde el día en que naces... Aunque hubieses tenido el honor de compartir nombre con el rey. ¿Ni siquiera eso puede servir?

Yo soy gay. En este relato no me da miedo a hacerlo notar.

Pero que otra gente lo descubra... Mmmm.... Eso es más complicado.

He podido leer lo suficiente como para saber, y he visto cosas indescifrables como para poder arriesgar más de lo destacado.

En pleno 1463 podemos observar la cantidad de injusticias que se presentan por ser lo que soy.

Para mí y para todos los que son igual que yo, solo somos humildes personas que intentan convivir con todos.

Salvo por un pequeño factor. Y es que el gusto que tenemos para el amor, es distinto al que la mayoría de las personas. En mi caso, me he enamorado de un hombre. Una persona de mi mismo sexo.

Nunca le había visto ningún problema, pero ese pensamiento lo tenía cuando mi vida, era aún muy joven

Lo sorprendente es, que no cambian los efectos que hacen tener el amor. Ese cosquilleo. Ese sentimiento de felicidad. El no parar de pensar en aquella persona. El sonreír cada vez que lo tienes cerca. El no saber qué decir ni cómo responder. La lista es suficientemente larga como para que pueda seguir contándola, todo el tiempo que puede tener mi vida.

La verdad, en mi caso, palabras no me faltan. No soy alguien a quien no le importe lo que dice. Soy alguien que sabe en cada momento lo que tiene que decir.

Aays. Cruda realidad.

También se me ocurren múltiples sujetos que he podido oír, y que puedo describir, sobre cómo actúa la gente y lo que dice al describir lo que somos.

La verdad, palabras sobran. Siervos del demonio. Pecadores. Traidores al señor. Tantas blasfemias como sea posible.

No te juzgan por cómo actúas, porque antes de que conocieran mi secreto se me conocía por el galán de la calle. Nunca faltaban los alagos de mi caballerosidad, de mi buena forma de vestir...

Empiezan a actuar cuando dices lo que de verdad piensas.

Es increíble lo poco que cuesta perder los papeles, y también es increíble que nadie se arrepienta de tan cruel comportamiento.

Tras haber soportado todo aquel conjunto de palabras tan estrictamente prohibidas por respeto al señor, viene el enfrentamiento ante tus superiores.

El momento en el que me tocó a mí ya os lo contaré más adelante. Ahora mismo os daré más bien un rodeo.

No atienden a razones. No son capaces de ponerse en tu lugar. Y los más rudos de moyera son con los que más se sufre.

Esto se hace cada vez más difícil cuando las autoridades tienen este documento.

Empiezan las persecuciones. Los escondites bajo tierra. Las amenazas. Los sobornos.

Intenten imaginar lo peor.

Y finalmente, cuando ya no hay nada que hacer, te cogen.

Te torturan, te hacen cosas que cuestan imaginar. Y no cambia mucho hacia las personas que nos protegen.

Cuando todo esto acaba, ya no tienes fuerzas ni de pedir plegarias.

Te queman en la hoguera, mientras oyes los abucheos, y sientes los objetos que aterrizan en tu piel, rasgándola por completo, por parte de la mayoría del público presente.

Y más escondidos entre la oscuridad, a tus seres queridos, llorando y suplicando por ti.

Al menos los que aún tienen el privilegio de vivir lo que les queda.

Teniendo todo esto en cuenta, empezaré a relatar con mis palabras lo que me sucedió a mí.

Hola a todos. Este relato no sólo sirve para que podáis tener un rato lindo, triste o aburrido, depende de los gustos =).

También sirve para explicaros y para daros lecciones acerca de todo ese asunto.

Ahora mismo estamos en pleno siglo XXI pero aun así se sigue discriminando a los gays.

No de aquella forma tan primitiva, pero con insultos igualmente.

No os lo toméis a broma y después de todo no quiero parecer un papa o vuestra aburrido/a Profe que ya no tendría edad para estar allí.

Bueno... Solo quiero deciros que lo penséis y tb que paséis un buen día.

Seguid leyendo plis.

Muchos muchos besos.

Ahora, y hasta el finalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora