Un comienzo

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- Tenga cuidado mi Señor, es muy delicado- decía Minerva, la criada que se encargaba de cuidar de los niños.

- No se preocupe tanto Minerva, tendré cuidado.- y mientras ponía los ojos en blanco- Por fin un hijo varón para que se ocupe de nuestras herencias, ¿cierto María?

La mujer que se encontraba en aquel momento, tumabada en la cama, pálida como la leche y apollada en el respaldo de la cuidada cama de la alcoba común, asintió, utilizando para aquel movimiento de cabeza un gran esfuerzo que aunque para cualquiera no hubiera sido molestia alguna, para ella le resultaba cada vez más agotador mantener ese ritmo.

Santiago, con el niño recién nacido aún en brazos, miraba preocupado a su esposa, que como ahora estaba comprobando, había utilizado gran parte de su energía para aquel parto. Nunca la había visto de aquella manera, y no era algo de lo que pudiera decir gracias en aquel momento.

Tenía la obligación de preguntar a alguna de las criadas o al mismo doctor que le ocurría a su esposa, que tan decaída la hacia parecer. Había tenido 4 partos más antes que este, y el momento se había desenvuelto sin ningún problema. Por eso, aquel aspecto hacia que se inquietara aún más.

Entregó su hijo a la criada con la que había hablado momentos antes, y esta también pudo ver el rostro sombrío de su señor, que desvelaba la preocupación en sus ojos y siguió su mirada hasta la mujer débil que se encontraba tumbada en la cama, con las sábanas ensangrentadas y rodeada de todas aquellas criadas de las que se podía disponer en un parto y las que cabían en aquella habitación.

Buscó con la mirada al doctor aunque no fue muy difícil de encontrar. Llevaba una bata blanca y los artilugios, cuyo nombre le costaba acordarse, que solían utilizar las personas de su mismo oficio.

Al encontrarle, se dirigió hacia él sin parar de mirar a su moribunda esposa, que no paraba de gemir de dolor, de algún síntoma que desconocía. Se paró en seco delante del doctor y apartó la mirada de la cama cuando una criada se puso en medio para atender a la mujer. Miró al doctor y cruzaron miradas de preocupación. No hizo falta preguntar para responder a sus preguntas, ya lo entendió todo, pero aún así se dispuso a hacerlo aunque sabía que la respuesta no le iba a gustar:

- Doctor Tindrawn, María no tiene la expresión digna de una señora y supongo que su aspecto en general no marca lo contrario.

El Doctor Tindrawn bajó la mirada y asintió, timidamente.

- No Señor Milow, no se encuentra bien. Os he atendido en los nacimientos de vuestras cuatro hijas mayores, pero en este caso, se han complicado las cosas.- Paró de hablar casi con un sollozo

- Pero, ¿como es posible?¿Qué ha ocurrido?- Santiago no podía explicarse a sí mismo que podría haber salido mal. No le entraba en la moyera. Pero hizo ademán de tranquilizarse para poder escuchar las palabras del doctor

- No me explico que ha podido pasar, ha tenido un parto difícil, ya notaba síntomas de alguna enfermedad antes de nacer le niño. Venía algunas tardes con fiebre alta y con contusiones, algunas veces hasta le costaba respirar. Pero había una cosa que siempre me extrañaba.

- ¿De qué se trata doctor?- dijo con la voz casi entrecortada. Se estaba temiendo lo peor, y aquella anécdota no ayudaba

-Cuando venía a mi consulta se encontraba perfectamente. Siempre me decía que esperara a que empezara y cuando ya la recomendaba que descansara en su casa, empezaba. Era como si...

- ...Ya supiera lo que iba a pasar- interrumpió Santiago.

Al doctor, con aquella interrupción le dio a pensar que ya sabía o que ya había vivido momentos parecidos. No parecía alarmado con esa subvención.

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⏰ Última actualización: Jan 02, 2017 ⏰

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