Muñeca Completada

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Recuerdo que cuando era niño solía meterme a escondidas a la misteriosa casa de la artesana del pueblo. Aquella que hacía juguetes de calidad y hermosas muñecas y en su casa había varias de ellas, de todas apariencias y tamaños, incluso del tamaño de una persona real.

Ella no solía salir de su casa más que para las compras y vendía sus juguetes en una tienda que estaba unida a su casa, era durante esos momentos donde solía meterme escalando un árbol sin que nadie me viera y metiéndome por una ventana que podía abrir sin problema.

Solía admirar la belleza de las muñecas y jugar con algunos juguetes que estaban por ahí, sin embargo mi favorito siempre fue un muñeco, pues recuerdo que llevaba ropas de niño, que siempre estaba sentado frente a una mesa y un libro. Tenía el cabello blanco y hasta los hombros, su piel de porcelana con las mejillas en un pequeño tono rosa, sus facciones finas y su nariz pequeña; pero lo que más me gustaba eran sus ojos, y es que tenía un ojo azul y otro verde, simplemente me encantaron; se llamaba Piko o al menos así le decía. Por lo que puedo recordar su apariencia era mayor a la mía, como si tuviera nueve años, mi yo cuando lo encontré tenía cuatro.

Mi imaginación era muy grande, y es que podía pasar las tardes hablando y jugando con "él" aunque nunca se levantaba de su silla, cosa bastante predecible. Me "leía" los cuentos que mi madre y mi hermana me leían también. Recuerdo que incluso me "enamoré" de "él", la inocencia de un niño es bastante tierna, ¿no creen? Hasta mi "novio" fue.

Sin embargo a la edad de seis años, que es la edad donde más recuerdos tengo de aquel muñequito, mis padres me dijeron que nos mudaríamos a la ciudad por lo que me despedí de mi amado muñeco y muy triste me fui.

Ahora, después de ocho años, hemos vuelto a ese pueblo y, para qué negarlo, estaba algo emocionado de volver a ver a aquel hermoso muñequito con el que tanto me divertí de pequeño. La artesana seguía viviendo en la misma casa que solo estaba a metros de la mía, que es la misma construcción de hace años, y al parecer su rutina no había cambiado mucho, por lo que en la tarde me escapé de mi "nuevo" hogar y me escabullí como antes lo hacía. Mi felicidad fue grande al notar que aún podía abrir la ventana.

Al entrar a la casa noté que no había cambiado nada con respecto a la estructura y materiales, pero habían muñecas nuevas al igual que juguetes como solía ser cada semana. Vi que aún se encontraban algunas muñecas que estaban desde la primera vez que entré, cosa que me emocionó mucho.

Caminé hasta la mesa donde solía estar mi muñequito, pero mi sonrisa de oreja a oreja se borró cuando vi que no había nada ahí, ¿lo habrá vendido?

Ante aquel pensamiento me desesperé y empecé a buscar con mi mirada. Tal vez solo lo había cambiado de lugar.

En la última de las pocas habitaciones sentí mi alma regresar, había una cabellera blanca sentada en una silla mirando hacia la ventana.

Aunque había algo extraño...

Se veía más alto de lo que recordaba.

Me acerqué a él y miré que sus facciones, a pesar de seguir siendo finas, habían crecido. En sus piernas se encontraba el libro de donde me "leía" los cuentos y sobre este estaban posadas sus manos.

Ahora que lo recuerdo, de pequeño siempre habían dicho que la artesana estaba loca y que en su soledad había hecho a un "hijo", que era solo un muñeco hermoso que a veces solía verse en las ventanas.

Eso explicaría por qué el muñeco "creció", ¿no?

Lo rodee lentamente mirando cada detalle que se encontraba muy bien elaborado. A pesar de estar loca, la artesana era excelente en su trabajo.

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