Me llamo ____ Mountbatten y vivo justo aquí, en Canadá. Soy nieta de la Reina Isabel II, pero no por eso soy la más solicitada en la escuela. Casi nadie lo sabe, a pesar de que llevo el grandioso apellido de mi abuela, Mountbatten. Rayos... Aquí nadie sabe de cultura.
En fin. El caso es que soy muy... diferente. No soy nada parecida a esas chicas que viven con mi abuela. Amo el rock, ir de fiestas y dormir... Dormir mucho.Supongo que debo describirme... Pues, soy de estatura media, ojos verdes y tez muy blanca. Casi como un papel. Mi cabello es color caoba y deja caer unas ondas bien definidas.
-¡Cariño! -Esa es mamá, y está despertándome.
-Ya te he dicho que no me despiertes así. -Dije adormilada. Mi madre revuelve mi cabello y me da un beso en la mejilla.
-Linda, despierta ya. Tu abuela está en recepción. -Al escuchar esa última oración, mi corazó saltó de emoción y mis piernas se activaron como nunca antes y me levanté de cama tan rápido como si mi vida dependiera de ello. Olvidando mis fachas, salí en busca de mi elegante abuelita.
-¡Abuela! -Exclamé y le di un gran abrazo. Ella, tan elegante y refinada, no pudo negarme ese abrazo.
-Mi linda niña. -Pronuncia conmovida. -En Inglaterra estamos muy contentos de que vayas a visitarnos. Te encantará tu nación.
-No hablemos de eso ahora, abuela. ¿Por qué no te vistes con algo cómodo y salimos a por un hotdog? -Sonreí.
-¿Pero qué cosas dices, ____? Una reina no puede andar por ahí porque sí, y menos comiendo esa cosa... ¿Cómo se llama? Hot... ¿Qué?
-Hotdog, abuela. Y no hay nada de malo en eso. A la gente le gusta. -Querida, estás hablando de la Reina Isabel ll. -Comentó mi madre. -Te pareces a tu primo Harry. Ambos igual de inmaduros. Deberían de una vez por todas entender que no son gente común. -Vociferó. -¡Harry! Este jovencito... -¿Harry vino? -Pregunté desconcertada. -¡Oh, no! Tu primo no. Es mi asistente. ¡Harry! -Volvió a gritar e inmediatamente una apuesta figura se mostró en el lugar. Si hubiese visto esos ojos verdoso antes que las estrellas, diría que es la cosa más hermosa que he visto en mi vida. -¿Dónde estabas, muchacho? -Lo lamento, su majestad. Hubo inconvenientes con el equipaje. Ordene usted. -Musitó el joven. -Por favor, ¿sería tan amable de acompañar a mi nieta a mi tienda favorita a comprar un vestido? No me gusta para nada ese... atuendo. -El joven rió ante el comentario, poco gracioso para mí, que hizo mi abuela. Yo enfurecí para mis adentros. -Sus deseos son órdenes. ¿Está usted lista, señorita Mountbatten? -Preguntó penetrando su mirada en la mía.-Sí, claro. De seguro te gustará que vaya así en pijamas. -Dije con sarcasmo y subí a cambiarme. -Vámonos. -Dije. Harry me detuvo parándose frente a mí.
-Tú no irás a ningún lado así vestida.
-Disculpa, ¿qué? -Reí.
-Lo que oíste. Nadie de la realeza puede ir vestido de esa forma a menos que vaya a la playa, que no es tu caso.
Este chico quería pasarse de listo conmigo. Si antes había causado en mí una sensación incontrolable de abrazarlo, ahora lo detestaba. ¿Quién se creía? ¿El rey de Inglaterra? No permitiría que un simple asistente me dijera qué hacer ni qué debo vestir o qué no. Le mire con amargura y salí de casa. Afortunadamente las puertas del auto estaban abiertas, no tenía ánimos de volver a caer en su red de fanfarrón.
Seguidamente, él subió al auto y me dedicó una mirada jactanciosa. Sonrió de medio lado y puso el auto en marcha. Encendió la radio y entró un disco de música clásica. Basura para mí.
-¿Serías tan amable de quitar eso? Lo odio.
-¿Que por favor qué? -Sonrió. Yo puse los ojos en blanco. Cada segundo se volvía más insoportable.
-No intentes ser gracioso conmigo, Harry. -Dije seria.
-Vaya, es primera vez que te escucho pronunciar mi nombre.
-No te agrandes, ¿si?
-No sea petulante, niña. A saber que mi nombre en sus labios es cual vestido real en su cuerpo. No queda bien. -Sonríe nuevamente. Ahora puedo notar un hoyuelo en su mejilla que... odio decirlo, pero... es... tierno. Volviendo al caso. Alcé mi mano y le di una bofetada. El auto dio un frenazo. -¡¿Está loca?! Pudo matarnos.
-Pues para que no sea insolente. -Me bajé del auto y comencé a caminar sin rumbo fijo.
-¿Adónde piensa ir? -Soltó una risilla.
-¡A casa! -Volteé para gritarle. Él se aproximó a mí y yo al ver que casi me alcanzaba, eché a correr. Corrí y corrí hasta sentir unas frías manos rodear mi cintura. -¡Suelteme, atrevido! -Exclamaba tratando de zafarme de sus brazos. Me cargó y me llevó hasta el auto. -Se lo diré a mi abuela. Sus días están contados.
-No sea ridícula. Su abuela me dio órdenes similares a lo que acabo de hacer.
-Te detesto, Harry, no sabes cuánto.
Por fin llegamos a la dichosa tienda favorita de mi abuela. Bajé del auto sin esperarle.
-Buen día, señorita. -Saludó Harry al entrar a la tienda, yo pasé de todo eso. Estaba molesta.
-Señor Styles, qué alegría verle por aquí. ¿Viene usted acompañado por su novia?
Yo solté una risa sarcástica ante el desubicado comentario.
-Yo de este ni conocida. -Solté.
-Se equivoca. La hermosa señorita Mountbatten es la nieta de la Reina. Quisiera este hombre estar acompañado de por vida por esta eminencia. -Dijo mirándome. Yo exploté por dentro. Era totalmente un mentiroso, hipócrita, descarado y todos los insultos habidos y por haber. -Estoy en busca de un vestido fino y distinguido, como solo usted sabe hacer. Es para esta hermosa dama.
-¡Oh, sí! Le encantará este. Espere un segundo. Cuando lo vi, sentí ganas de vomitar. Era horrible. Jamás usaría algo así. Pero noté la mirada de ilusioón que tenía la diseñadora y no pude rechazar su creación.
-Gracias por venir aquí hoy. Mis saludos a la Reina.
Salimos del lugar sin decir una palabra. Pero la guerra se armó dentro del auto.
-¿Qué fue todo eso? ¡Hipócrita!
-Tranquila. Solo lo dije por aparentar. Tú no eres ninguna eminencia y tampoco deseo casarme contigo jamás. Ni siquiera cuando fueres la última mujer de este planeta. No eres bonita como tus primas.
¡Wow! Acabo de derramar una lágrima y... él lo ha notado. Hago que detenga el coche y me paso del asiento del copiloto al trasero. Y todo el camino a casa fue en completo silencio.