Lo que casi pasó

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Llego a mi casa y saludo a mis padres de manera apresurada mientras me dirijo a mi habitación, cerrando la puerta tras de mí al entrar. Me siento angustiada y ansiosa, definitivamente no he terminado de procesar lo que me ha dicho Nicolás. Escribo el mismo mensaje para dos personas diferentes, Nico y Sebastián.

Ya estoy en mi casa. 

Entro al baño y me lavo la cara con agua fría. Me observo en el espejo y veo la angustia reflejada en mi mirada. No sé qué hacer, no sé qué sentir. Evidentemente, el hecho de que Nico haya reconocido sus sentimientos me ha alterado e incluso me ha hecho dudar de los míos. Siento como si le estuviera fallando a Sebastián, a pesar de que yo no he hecho ni dicho nada indebido. Entonces, ¿por qué me siento así? Es la culpa. No puedo seguir negando que yo también he sentido una sacudida de emoción con lo que Nico me ha dicho. Claro que ahora que lo analizo, esa misma sacudida la sentí durante todo el intercambio en Francia, mientras estaba con él. Me seco la cara y las manos con una pequeña toalla amarilla y regreso a mi habitación. Tengo varios mensajes, la mayoría de Sebastián.

¿Cómo te fue con Nico? Tenías mucho de no verlo. ¿Estás ocupada o algo? ¿Puedo pasar a visitarte?

No quiero contestarle, honestamente no me siento con ganas de verlo. ¿Cómo se supone que voy a ocultarle lo que pasó con Nicolás? Sebastián no le tenía  mucho afecto, y una parte de mí sospecha que era porque él también había notado las intenciones de Nico desde hacía tiempo.

De acuerdo, pero tal vez no puedas estar aquí mucho rato, mis papás van a salir a cenar. 

Me siento un poco mal, pero la verdad es que espero que así cambie de opinión y nos veamos mañana, cuando esté más tranquila. Su respuesta no se hace esperar.

Bueno, si quieres puedo esperar a que se vayan para ir... 

Excelente. ¿Ahora qué le digo? Tampoco le quiero mentir.

Está bien. Te aviso cuando se vayan.

Dejo el teléfono sobre la cama y me dirijo a mi vestidor. Me doy otra revisada en el espejo y saco un sostén negro de mi primer cajón para ponérmelo, me siento muy sexy con él. Me ha llegado un mensaje nuevo, y no es de Sebastián.

Mar, ya estoy en mi casa. Perdón si lo que te dije hace rato te incomodó, no era esa mi intención, pero de verdad ya no podía guardármelo y fingir que no pasaba nada... Si quieres decirme algo al respecto por favor hazlo, no quiero que esto nos afecte.

No sé qué contestarle, pero unos toquecitos en la puerta me sacan de mis pensamientos. Mi mamá asoma la cabeza a mi cuarto y me dice que ya se van y que esperan llegar alrededor de media noche. Se acerca a darme un beso y se va, seguida de mi papá, que se despide con la mano desde la puerta de la casa. Cierro el mensaje de Nico y en su lugar le escribo a Sebastián para avisarle que ya se fueron.


Diez minutos después, me avisa que ya está afuera de mi casa. Al abrir la puerta lo veo parado con un ramo de rosas, el cabello rizado un poco alborotado y una amplia sonrisa algo torcida. Yo también sonrío y lo hago pasar.

-¿Y bien? ¿Cómo te ha ido?

-Bien.- pongo mi mejor sonrisa - Ya tenía mucho de no verlo. ¿Y a ti? ¿Cómo está Bruno?- pregunto con la esperanza de desviarlo del tema.

-Bien, te manda saludos, tiene muchas ganas de verte antes de regresar a Chicago.

Bruno es un primo de Sebastián que está estudiando la carrera en Estados Unidos y que conocí un par de años antes, cuando Sebastián y yo apenas estábamos empezando a salir.

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⏰ Última actualización: Jul 25, 2016 ⏰

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