III

10 2 1
                                    

- Todo saldrá bien- pensé. Me había estado repitiendo lo mismo una y otra vez desde que abrí los ojos a la mañana siguiente. No es que fuera a pasar como pensaba, sino que era lo que quería que ocurriera.

Era obvio que un sin fin de preguntas me había arruinado el sueño, en la noche anterior. Eran preguntas sin sentido, no porque preguntara cosas sin sentido, sino porque no había nadie que me las respondiera. Así que, decidí volver a intentar mi plan con la lanza y la navaja, para evitar que mi cuerpo cayera en una desnutrición sin salida. Esta vez, en lugar de arrójame al infinito mar, decidí adentrarme la selva. Pero tampoco me parecía una maravillosa idea.

Miré fijamente la entrada a aquel lugar, y mi cuerpo se negaba a reaccionar.

-Tengo que hacerlo- volví a hablar en mi interior, logrando dar así el primer paso.

Tan pronto como sentí en cambio de clima al entrar en la selva, un destello verde cruzó ante mis ojos, acompañado del canto de un canario. Alcé la vista esperándome encontrar con las brillantes plumas del ave y como pensé, ella estaba ahí, posada en la rama de un pequeño árbol.

_ No sé si sentirme aliviado o asustado de que estés aquí._ comenté mientras soltaba una tímida sonrisa hacia ella._ ¿Me ayudaras?_ le pregunté y ella soltó una nota de su canto para responderme._ Tomaré eso como un sí.

Continué mi camino, llegando por fin al interior de la selva. Observé a mi alrededor para escoger el próximo camino para recorrer, entonces, el ave que hasta hace poco venía detrás de mí, tomó uno de los senderos hacia la izquierda y si dudarlo la seguí.

Mientras pensaba en las frutas exóticas que podía encontrar aquí dentro, seguía los movimientos del ave verde y sentía como el aire se sentía más pesado. De repente escuché un estruendo, exactamente igual al de la última vez que estuve aquí. Esta vez, el ave no salió volando lejos, sino que continuo con su trabajo de guiarme dentro de la selva.

Cada vez que daba un paso sentía la dificultad que tenían mis pulmones para procesar el aire que creaban los arboles, hacia mas frio, todo lo que pensé que era húmedo ya no lo era. Delante de mí, el ave verde continuaba su camino sin mirar hacia atrás, mientras yo intentaba seguirla.

Sentí mi cuerpo estremecerse, mis piernas dudaban a dar cada paso y el frio cegaba mis sentidos. -¿Frio?- pensé.- ¿Acaso no estaba en una selva en una isla desierta en medio del mar?

_ ¿Podrías ir más despacio?_ le pregunté al ave, pero ella pareció no escucharme.

Más adelante, pude ver como un enorme pino se alzaba ante mis ojos. Era el árbol más alto que había visto, solo que este estaba cubierto de blanco, un blanco puro y frio, que te hacia querer pintar sobre él muchos colores. El pino, estaba cubierto de nieve.

_ ¿Qué es esto?_ pregunté en voz alta, como si alguien pudiera responderme. El ave sobre voló el pino, giraba alrededor de él hasta llegar a la cima. Mientras lo hacía, su destello verde hacia parecer el enorme árbol, en algo colorido y hermoso. Recuerdos llegaron a mí, de una fría noche en una amplia habitación rodeado de personas._ No puede ser posible.

Mis dientes comenzaron a tiritar, y mis rodillas temblaban. Hacia frio, y no podía evitarlo. A mi alrededor, los altos pinos parecía haber estado siempre ahí, además de otros árboles que no contenían ningún tipo de alimento.

_ Esto es una isla tropical, ¿por qué hay nieve aquí?_ volví a preguntar, insistiendo, hasta que alguien se dignara en responderme, enojado, porque me habían arrebatado la oportunidad de comer algo.

Entonces, volví a escuchar el estruendo y todo se volvió oscuro, todo lo que podía ver era el brillo de las plumas del ave, que revoloteaba deprisa hacia mí. Sentí como tiraba de mi camiseta, tratando de sacarme de allí. Insistí en no moverme, no veía nada y tenia frio, mis pies descalzos no tenían la intención de correr por la fría nieve. Y estaba el peligro de andar a oscuras en un bosque desconocido para él. Pero ella continuó tirando de mí.

Corazon de MetalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora