5. De regreso a la hoja

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Shizune había llegado ese mismo día luego de que desayunaran. Hinata se encontraba algo incómoda, todo éste tiempo había sido atendida por la Rubia exuberante que representaba Tsunade Gondaime de la hoja, por lo que era la única que había visto esas vergonzosas marcas en sus muñecas, a pesar de que seguían en curación ella sabía perfectamente que quedarían almenos cicatrices, y no era para nada satisfactorio que alguien más las viera.

¿podrías estirar los brazos hinata-chan?— se encontraban sentadas sobre el tatami de una de las habitaciones, una frente a la otra. Hinata refregaba sus manos hechas puños sobre sus piernas fleccionadas, estaba inquieta, y es que no estaba segura de tener el valor de enseñarle aquellas atrocidades a la mujer frente a ella.

no te preocupes hinata-chan... yo... lo sé todo, y no voy a juzgarte por lo que sea que hubiese pasado ¿esta bien?— le dijo en un tono no tan audible intentando inspirarle confianza a la mujer-adolescente que tenía que atender.

S-sihinata logró recobrar un poco la compostura, y estiró los brazos aún algo temblorosos, exponiéndolos hacia Shizune, quien comenzaba a revisarlos, estaban cicatrizando ya, pero necesitaría tiempo para que desaparecieran por completo, Tsunade le había dicho que eliminará cualquier rastro de alguna herida, como si nunca hubieran estado ahí, y ella acataba esa orden.

Hinata no tenía el valor de levantar la mirada y cruzarla con la otra mujer, se sentía impotente, la confianza en si misma había muerto desde hacía mucho tiempo, y era extremadamente difícil confiar en alguien más, la incomodidad era enorme, podía sentir un sudor frío recorrerle la columna.

La cabeza la inclinó hacia la puerta,  observando que está no se había cerrado del todo dejando una pequeña brecha que enseñaba un pedacito de la sala. Por esa pequeña brecha pudo observar al moreno sirviendo un poco de té. Él se veía en calma, en paz, era extraño verlo tan pasivo, siempre mantenía esa aura oscura a su alrededor, siempre estaba en guardia ¿porqué había decidido volver a Konoha tan de repente después de haberse negado a muerte de hacerlo?¿Naruto era la razón?

Por lo que fuera, si él no hubiera vuelto, ella hubiese muerto, en éste momento seguramente ella no estaría ahí ¿debería llamarlo su Salvador? Porque después de todo, eso era él, él la salvó.

Lo vió seguir su camino hasta donde fuera que iba, con el humeante té en sus manos. No podía evitar pensar que talvez lo que decían las personas de Sasuke, era porque no se daban el tiempo de conocerlo realmente; aunque no es como si ella lo conociera tampoco.
Él era calculador en cada pequeña cosa que hacía, sí; pero era irracionalmente amable con ella, a su manera claro. La había tratado bien, había dejado que se quedara en su propia casa, a pesar de que ella hubiera podido quedarse en cualquiera de las que estuvieran en el distrito Uchiha.

Quizas por eso Naruto lo buscaba con tanto entusiasmo, porque a pesar de ser aquel chico frío que todos veían por fuera, por dentro... aún le quedaba el alma cálida de niño que necesitaba ser querido, sus amigos querían darle eso, tanto Naruto como Sakura y Kakashi.

¿Acaso ella también podría formar parte de eso?

Es decir, no podía decir que eran amigos de toda la vida o algo así, no tenía vínculos con él, como lo tenían sus amigos y su sensei, el haber estado en la academia juntos no quería decir nada. Jamás hablaron y eso lo hacía difícil. Pero en realidad quería saber ¿que lo impulsó a ayudarla? Quería, con todo el corazón, saber si podría, alguna vez; formar parte de algo importante en su vida. Ser como Naruto o Sakura.

Quizá fue porque después de que el la ayudara, de alguna forma, ella podía sentirse cómoda estando con él, se sentía protegida. Un extraño sentimiento cabe decir, porque como ya lo había dicho, ellos no compartían nada que los uniera.

En Secreto «EDITANDO»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora