Cuán afortunadas son las nubes...

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Se acercó lentamente a su casa. Su único objetivo era darles el pésame, Shikaku había sido un gran ninja y su sacrificio sería recordado durante muchos años.

Justo en el momento en el que se disponía a llamar, Shikamaru abrió la puerta cabizbajo, lo que hizo que pegase un pequeño salto del susto. El chico la miró extrañado.

-¿Qué haces aquí?- dijo mientras cerraba y se acercaba a ella.

-He venido a presentaros mis respetos.

Shikamaru no tenía buen aspecto, ella sintió mucha lástima por él. Ese chico tan inteligente y con unas capacidades impresionantes se hallaba ahora ante ella totalmente derrotado, con ojeras de no haber dormido durante bastante tiempo. Temari siempre había sentido cariño por él, pero ahora sentía respeto y pena..., pena porque no podía concebir que alguien a quien tenía en tan alta estima pudiese encontrarse destrozado. Y quiso abrazarle..., abrazarle y no soltarle hasta que todo hubiese vuelto a la normalidad. Lo que ella no se esperaba es que él lo hiciese, la abrazó sin reparos y esto le tomó por sorpresa, no se esperaba que se derrumbase y buscase consuelo en ella. Pero lo que Temari tampoco sabía es que él había encontrado en ella el consuelo que no había podido hallar durante estos días de tristeza, durante todo ese tiempo en el que se sintió solo aunque hubiese estado rodeado de sus seres queridos. La kunoichi le abrazó a su vez y pudo notar que su espalda se convulsionaba debido al llanto. Temari recordó entonces la última vez que le vio llorar, cuando sus amigos habían estado en peligro tras haber estado al mando de la misión y, al igual que aquella vez, no le dijo nada, se limitó a cerrar los ojos e intentar transmitirle todo el ánimo que podía.

Poco a poco se fue calmando y la presión del abrazo fue disminuyendo hasta que se quedaron el uno frente al otro, cara a cara. Shikamaru se retiró las lágrimas que no había podido evitar mientras ella le miraba con el semblante serio.

-¡Qué chico más problemático!- exclamó ella de repente. El shinobi abrió la boca para quejarse, incrédulo de que la chica hubiese robado su frase, pero, en cambio, una sonrisa apareció en su rostro.

-Tienes razón, todo esto es muy problemático- ella le sonrió de vuelta. -¿Te apetece dar una vuelta?- Temari asintió y se giró en dirección al camino principal.

Shikamaru se puso a su lado, totalmente en silencio y con los brazos tras la cabeza, sujetándola mientras miraba al cielo. Temari le miró de reojo. Siempre le había llamado la atención pero, hasta ahora, no se había fijado en él más que como un duro rival que merecía todo su respeto y, por supuesto, un buen aliado. ¿Cuándo empezaron a cambiar esos sentimientos? No lo sabía..., tal vez estos siempre habían estado allí, escondidos en su subconsciente, y ella solamente los había descubierto tras conocer realmente a la persona a la que había estado admirando durante todo este tiempo. Desvió la mirada sonrojada. Shikamaru nunca querría estar conmigo, además, no sé qué problema tiene con las mujeres, pensó ella algo perturbada.

Llegaron a una zona amplia con unos enormes bancos de piedra, rodada por los árboles típicos de la Hoja, y se sentaron en uno de ellos. Temari posó su abanico en el suelo y se apoyó en él. Shikamaru seguía mirando al cielo, pero desvió su mirada hacia ella.

-¿Nunca te relajas?- la chica salió de sus pensamientos y le miró con el ceño fruncido.

-¿Qué quieres decir?, estoy relajada.- Shikamaru chasqueó la lengua y se levantó. Con cuidado cogió el abanico, lo tumbó en el suelo y, tras eso, sujetó a la chica por los hombros.

-Relájate, confía en mi- dijo mientras la empujaba para que se tumbase sobre la piedra. Ella se quedó tumbada pero él seguía aún de pie, con las piernas de la chica entre las suya. –Dame las manos- ella le miró recelosa y un poco cohibida por la posición en la que se encontraban. Ella no se las dio -¡Tch, qué problemática!- él se las cogió, las cruzó y las puso sobre el abdomen de la chica.

Tras hacer eso él volvió a su sitio en el banco y se tumbó junto a ella, también boca arriba. Pasaron mucho rato en esta posición, sin decirse nada, pero realmente ninguno necesitaba hablar, las palabras sobraban entre ellos. Ambos se sentían a gusto, como en casa. Finalmente Shikamaru rompió el silencio.

-¿Alguna vez te he dicho que envidio a las nubes?- ella mantuvo el silencio durante unos segundos y, después, respondió.

-¿Por eso las mirabas tanto cuando nos enfrentamos en el examen?

-¿Te diste cuenta?- dijo algo sorprendido mientras la miraba. Ella se encogió de hombros.

-Suelo ser muy observadora- eso él ya lo sabía.

Shikamaru cambió su postura, apoyó todo su peso en la parte derecha de su cuerpo, en dirección a la chica. Ella le miró.

-¿Cuándo vuelves a la Arena?- preguntó el chico.

-Mañana por la mañana. Nos espera un largo viaje y mi hermano tiene que poner muchas cosas en orden. –Él asintió y se mantuvo en silencio durante un largo rato. Seguía mirándola.

Temari cerró los ojos: ¿cuándo nos volveremos a ver? Hemos hecho buenos amigos en la Hoja y es muy triste tener que separarse de ellos pero sobre todo de él. Siento una extraña tranquilidad a su lado, como si nos conociéramos de toda la vida. Se encontraba serena, no quería volver tan pronto a casa. Amaba la Villa de la Arena, su hogar, pero la Hoja era muy refrescante, pasar tiempo allí era como una bocanada de aire fresco tras haber estado durante largo rato bajo el agua, aguantando la respiración.

De pronto, interrumpiendo sus pensamientos, notó cómo algo acariciaba sus labios suavemente, así que abrió los ojos y se encontró con Shikamaru, cara a cara, juntando sus labios con los de la kunoichi y abriendo los ojos poco a poco. El chico, al ver la expresión de Temari, se apartó lentamente y volvió a su posición anterior. Ella se incorporó con los ojos como platos.

-Pero... ¡¿qué?¡- exclamó sorprendida. Shikamaru le dedicó una sonrisa ladina, se levantó, se metió las manos en los bolsillos, la miró y chasqueó la lengua.

-¡Mira que eres problemática!- se dio la vuelta y se fue caminando.

Temari le vio marcharse y supo entonces que ese lugar, ese momento, se le quedaría grabado para siempre. Sobre todo él, ese chico que envidiaba a las nubes.


What A Troublesome Woman!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora