Llanto.

17 0 0
                                    

Todo ese amor que mamá sentía hacia papá, se veía en su cara. No creí que su historia fuera tan línda, me la imaginaba súper normal. Espero que mi historia sea hermosa, aunque lo dudo mucho.
-No sabia que tu historia con papá fuera tan linda.
-No creí que algún día me preguntaras sobre eso.
-Supongo que algún día lo haría.
-Me dio mucho gusto contarte.
-¿Sos muy feliz al lado de papá?
-Por supuesto que si, Tessa.
-¿No cambiarías nada?
-No, ni siquiera lo malo. Pienso que todo pasa por una razón. Esas cosas por las que pasamos, hicieron más fuerte nuestro amor.
-Ya veo.
-Algún día va a tocará a vos, tener una historia linda con alguien.
-Dudo mucho que sea tan linda.
-Yo pienso que va a ser increíble. Esperemos a ver qué pasa.
-Gracias.
-¿Por qué?
-Por ser como sos conmigo. Más allá de que seas mi madre, te veo como una amiga, a la que puedo confiarle todo.
-Me alegra escuchar eso. Siempre voy a estar para vos, en cualquier situación y a cualquier hora. -dijo y al momento me abrazó.
-Cambiando un poco de tema...
-¿Qué?
-¿Cuál va a ser tu disfraz en mi fiesta?
-No sé, vas a tener que ayudarme. ¿Y el tuyo?
-Tengo que pensarlo, soy la principal en la fiesta.
Con mamá fuimos a limpiar la casa. Gracias a que eramos dos, no nos tomó mucho tiempo.
Santiago le envió un mensaje a mamá, avisando que vendría a almorzar con su novia, Emilia. Ella estaba complacida de cocinarle a su nuera. Yo, en cambio, estaba deseando que tuviera algún percance y que no pudiera venir.
Mi hermano nunca había traído a ninguna chica a casa, pero está con Emilia desde sus 16 años. Se separaban, pero siempre volvían a estar juntos. Después de haberse acostado con otros, ellos vuelven. En fin, espero no tener que soportarla siempre.
Ayudé a mamá a cocinar mientras que papá cortaba el pasto. Eran 12:35, y Santi con su novia, estaban de camino a casa. Había pasado un mes desde la ultima vez que Emilia comió en casa, podría decir que fue un infierno para mí. El simple hecho de escucharla hablar, me altera demasiado.
-Maria- gritó mi padre desde el patio-. ¿Podes venir?
-Enseguida voy- respondí luego de encender la ornalla-. ¿Qué pasa?
-Necesito que traigas el rastrillo y que reúnas todo el pasto.
-¡Me está ayudando a cocinar!- gritó mamá desde la cocina.
-No importa, lo hago enseguida.
Me dispuse a reunir todo el pasto, lo más rápido posible. Miré la hora en mi reloj, 12:55. Esperaba que no hayan llegado, no podía saber si estaban en casa o no, porque desde el patio no se ve si hay alguien en la sala.
Reuní todo el pasto en una montaña. Guardé el rastrillo y entré a la cocina.
Mamá estaba por terminar de cocinar y papá se estaba bañando.
-¿No llegó mi hermano?- pregunté con curiosidad.
-No, aún no han llegado.
«Qué bueno» me dije algo bajo, pero no tanto como para que mamá no me escuchara.
-Sabes muy bien que vas a tener que verla, ¿no?
-Si, lo sé- dije y suspire.
-Podrías intentar tener una buena relación con ella, al fin y al cabo, es tu cuñada.
-Desde un principio intenté llevarme con ella, pero su actitud de superioridad, no la tolero.
-Espero que no discutas ni le lleves la contra.
-Está bien- sabía que iba a llevarle la contra en todo lo que pudiera.
Caminé a el baño de mi cuarto, por suerte no tenia que compartir baño con esa engreída. Busqué en mi ropero, un pantalón ajustado de color negro, una blusa suelta de color coral y unas balerinas negras.
Tomé una toalla, la colgué y me adentré en la ducha. Estaba esperando el punto perfecto de temperatura, ni muy friio, ni muy caliente.
El agua recorría mi cuerpo, sentía que mi mal humor se iba por la cañería junto con el agua que caía. Adoraba ducharme, era mi relajación, seguida por la música y leer libros.
Después de trainta y cinco minutos, aproximadamente, cubrí mi cuerpo en la toalla. Usé el secador para después alisar mi pelo, no tengo esa suerte de tener el pelo lasio, tengo rulos.
Me vestí, me apliqué mascara de pestañas y salí de mi cuarto, después de haber dejado todo limpio.
Llegando a la cocina, veo a mi madre abrazando a Emilia, me llené de frustración. Todo ese mal humor que se había ido, volvió en un segundo.
Me di la vuelta para irme rápido pero esa voz irritante me lo impidió.
-Cuñada, ¿no vas a saludarme?
-Disculpa que no te vi, mi cerebro esta programado para ignorar cosas o personas sin importancia.
-¡Maria Teresa!- exclamó mi madre.
-No pasa nada, Pamela, no importa- era obvio que le molestaba la forma en que me dirigía a ella. Yo no le compraba esa actitud de buenita.
-Mamá, voy a limpiar mi baño, luego vengo.- era obvio que ya había limpiado todo, pero no quería seguir viendo su cara.
Estaba por llegar al pasillo que llevaba a mi cuarto, cuando alguien me impide el paso.
-Hola Tessa, ¿Cómo estas?
-Bien, ¿vos? Santi.
-Muy bien. ¿ A dónde ibas?
-A limpiar mi cuarto y mi baño.
-No me mientas, fui a buscarte y estaba todo limpio.
-No perdes esa costumbre de invadir la privacidad de otros.
-No, la verdad que no. ¿Para qué pusiste esa excusa?
-Para ya no tener que verme- habló Emilia, quien venia caminando con lis brazos cruzados.- ¿Verdad, cuñada?
-Veo que por fin entendiste algo. Entonces tu diminuto cerebro puede comprender. Felicitaciines- dije alpaudiiendo y caminé a mi cuarto. Me senté en mi sillón y me dispuse a seguir leyendo "El Código Da Vinci".
-¿Por qué haces eso?- pregunto mi hermano cerrando la puerta.
-Tu noviesita no me cae para nada bien. Y sabes perfectamente que eso de ser hipócrita, no va conmigo.
-Ella nunca te hizo nada.
-¿No? ¿No me quitó a mi hermano a caso? ¿No se roba la atención de mi madre? Soy la única a la que trata como si nada. No soporto su carácter de superioridad, no soportó que sea tan engreída, que se crea que tiene todo.
-Sabes muy bien que no es así. Ni conmigo ni mucho menos con mamá.
-Cuando ella está, yo no existo para mamá, por ahora para papá sigo siendo su hija. Y vos, vos desde que estás con ella no has estado en casa. Has estado muy apartado de mi.
-No voy a seguir escuchando palabras de una niña estúpida.
-¿Ahora me llamas asi? No queres seguir escuchando porque sabes que es la verdad.
Se quedó en silencio, abrió la puerta y luego de salir la cerró de tal forma, que el cuadro que estaba en ella, calló y se rompió.
Corrí y me puse de rodillas frente a el cuadro. La foto de nosotros cuatro, cuando mi hermano tenia 16, pero todavía no había conocido a Emilia.
Mis lágrimas comenzaron a caer, tomé la foto y me acosté con ella.
Sin duda alguna, es horrible dormirte llorando. Quería que todo fuera como cuando era más chica. Se que hay cosas peores, pero no puedo con esto. Y no, no estoy exagerando, esto de verdad, me parte el alma, siento que yo misma estoy apartando a mi hermano y que voy a terminar apartando a mis padres.
-Maria- escuché.- Maria, despertate.
Abrí los ojos y estaba mi madre, de rodillas en frente de mí.
-¿Qué pasa?
-Vamos a comer. Después vamos a hablar.
¿Hablar? De seguro ya mi hermanito le contó.
Antes de salir de mi cuarto, me ordenó que recogiera los pedazos de vidrio. Después de eso, cerro la puerta y se fue.
Terminé de limpiar el desastre, lave mi cara y fui a comer. Me senté en la punta de la mesa, alejada de mi hermano y Emilia, pero junto a papá.
Terminé de comer y lave mi plato, le dije a papá que iba a caminar y me dio permiso.
Revisé mis bolsillo, con la esperanza de tener mi celular, pero lo había dejado sobre mi cama y no pensaba volver a caminar tres cuadras por él.
Estaba llegando a la plaza y me encontré con Adrián, quien iba solo y paró a saludarme.
-Hola, Teresa.
-Adrián, ¿cómo estas?
-Bien, ¿vos? Por tu cara no muy bien
-Si, no importa. Salí a caminar para distraerme.
-Supongo que no te molesta un poco de compañía.
-No, está bien, no molestas
No podía creer que Adrián quisiera caminar conmigo, trataba de verme lo más natural, pero las piernas me temblaban.
-¿Cómo está tu hermano?
-Llamalo y preguntale.
-Por lo que veo tu cara es por él.
-Y por su novia.
-No puedo creer que siga callendote mal después de tanto tiempo.
-No voy a cambiar mi opinión sobre ella. Además, a vos tampoco te cae bien.
-Es verdad, pero trato de estar en paz, por así decirlo.
-Yo no puedo verla sin llevarle la contra. No la soporto.
-Tendrías que hacer el intento, quizá se llevarían bien.
-Es demasiado engreída y mandona como para que me caiga bien.
-Supongo que vas a invitarla a tu fiesta.
-¿Cómo sabes de mi fiesta?
-Tu hermano me contó de la fiesta a la que no estoy invitado.
-A decir verdad, estas invitado, aunque no he hecho las invitaciones.
-Gracias por haberme puesto en tu lista.
-No es nada, te conozco desde hace mucho y me caes bien. También podes venir con tu novia.
-Gracias, iría con mi novia pero, no tengo.
-¿Cómo que no tenes novia? ¿Y la rubia?
-Decidimos dejar la relación.
-Es una pena.
-Quizá tenga oportunidad con alguien más- dijo al mirarme.- alguien cercano.
-Uno nunca sabe- estaba súper nerviosa y sentí calor en mis mejillas
-¿Por qué estás colorada?
-¿Colorada? ¿Yo? Para nada
-Sos más linda cuando te sonrojas
-Creo que tengo que volver a casa
-Está bien, nos vemos pronto- dijo al sonreírme.
.
.
.
Acá otro capitulo, después de tantos días. Espero que les haya gustado. Como siempre les dejo mis saludos.
A escribir el próximo.

Nunca creí enamorarme de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora