— Te necesito, por favor...
— Yo...
— Vuelve, ven a mí, por favor.
— Yoongi, no puedo. Duele. Estar contigo duele. Me lastima.
— Lo siento.
— Un 'lo siento' no es suficiente.
— Por favor, bebé.
— Lo siento, no puedo.
— Jimin, por favor... Tú... Tú eres mi analgésico. ¿Te lo había dicho, cierto? No puedo vivir sin ti.
— No hagas esto más complicado... Adiós, Yoongi.
Y, esa fue la última conversación que tuve con él, mi chico, mi primer -verdadero- amor.
Mi analgésico.
Ha pasado mucho tiempo, cuatro años, ¿quizá? Y no sé porqué no puedo dejar de pensar en él.
Recuerdo cuando le grité cosas sin sentido, como: "¡Te odio, déjame solo!". ¿En qué estaba pensando?
¿Soy estúpido?
Él se fue de mi lado por mi culpa. Yo lo alejé de mí de la peor manera.
Él me dejó. Realmente me había dejado.
Ahora estoy acostado en una polvorienta e incómoda cama de hospital viendo mi vida pasar.
Estoy enfermo. Estoy realmente mal.
Aún no recibo visitas y creo que continuaré así hasta el día de mi muerte. Mis padres ni siquiera saben que estoy en una gran habitación blanca junto a tres personas más. Es tonto, ilógico. Hace tiempo que no estoy en casa, ¿ellos no han notado mi ausencia? ¿O simplemente me están ignorando como de costumbre? ¿Tan poco les importo?
— Señor y señora Min; —elevé la voz, llamando la atención de todos los presentes en la habitación— soy Yoongi, 23 años de edad, su hijo, ¿me recuerdan? —hablaba al techo— Soy pálido, con cabello claro y cara de odio eterno a la vida, —sonreí de lado— ¿aún no? Bueno, como sea, tengo cáncer pulmonar, ¿podrían llorar o tan siquiera sentir un poco de lástima por mí? Me dijeron que el cigarro me haría daño, Jimin también lo hizo, pero, ¿cómo querían que lo dejara? Ustedes nunca estaban en casa y yo herí a la única persona que me quedaba...
— Joven Min, ¿se encuentra bien? —preguntó uno de los enfermeros interrumpiendo mis pensamientos en voz alta.
— ¿A qué carajo te refieres? —despegué la vista del techo y miré al asistente del doctor.
— Usted está hablándole al techo, ¿necesita que le inyecte calmantes? Se está alterando. —vio hacia la pantalla que estaba a mi lado y marcaba el ritmo de los latidos de mi corazón— Recuerde que si su pulso se acelera, le puede...
— Yo sé lo que me va a pasar, sé controlarlo, así que mejor inyéctate tus calmantes por el culo. Estoy realmente bien, no necesito tu ayuda.
— Oh, qué joven tan grosero. —habló la única anciana de la habitación.
— Cierra la boca. —le callé.
