Ni siquiera lo había decidido, sucedió.
Degusté el quiebre, la caída, esa derrota que me venía pisando los talones desde aquella vez que me golpeó el deseo de marcar un alma.
Era un niño y ya sentía esta pulsión. Imbécil fui al caer en la trampa moral que se me imponía; quise ser uno más cuando ya reconocía en mí la particularidad de estos estigmas supurantes.
Crecí perdido, mesurado: sin notar que era el paso constante hacia mi máximo potencial.
Cada noche la sangre en mis oídos, agolpándose en mi sien. Excitando cada célula; deseando desintegrarme en un orgasmo mecánico, marcando mi despertar.
Tantas noches alzando la mirada, flagelando un alma que no existe, aferrando mi mente a querer creer:
Culposo de mí.
Negar mi placer se volvió habito y tortura. Su represión, solo logró aumentar mis fantasías y calentar mi cama de anhelos.
Y en el medio de la lucha, te entregaste a mí.
Con tu compasión me hiciste grande, tu bondad me regaló la libertad.
»«Nadie merece vivir siendo una sombra»«
Con una frase te aferraste a tu destino y— si de algo te sirve— , me hiciste inmensamente feliz.
La noche de mi éxtasis, de mi dulce reencarnación... entre lágrimas, gemí tu nombre.
Desgarré cuerpos. Me hundí en otras pieles.
Marqué mi victoria en rostros desconocidos para volverlos descartables y poner la firma de nuestra unión. Dejé ganar la pulsión, a grito vivo por buscarte y amarte en cada envase: comprando en el camino cada imitación.
Y aquí sigo. Descarnado e insatisfecho gracias a tu ausencia.
Tu victoria fue mi amor, la derrota mi verdad.
Y es ahora cuando muerdo, escupo y babeo mi oscuridad, donde más adecuado me siento. Jamás me detendré ni me detendrás.
Sé que yo te busco y— a pesar de la expresión horrorizada— , tú te mantienes detrás. Eres como la máscara que ayudaste a abandonar: mírate excitado, desnudo. Negado y deseando fecundar.
Observa mi deseo, mi carne agria brillando y reinante en mi averno particular.
Obsérvalos gritar mientras tiemblo exultante y vacío de mentiras.
Yo soy libre en mi búsqueda.
Natural.
Me reconozco en esta esquina, acechando y acechado.
¿Cómo negarme al latido que se deja seducir? Aquel que llega con las mejillas rojas y los labios vírgenes.
Apresurado por vivir, por regalarme su llanto inútil...
Es tan fácil que pierde el sentido juzgar el placer que siento al saberme inocente y a ti culpable.
El ultimo grito me llega lejano: de otra tierra en guerra con olor a hierro. Mi éxtasis fue tan intenso que olvidé buscarte en el decreciente destello.
Pedazo a pedazo voy mutando, consumiendo mis propios restos con lacerante placer.
Marca esta carne y déjame descansar:
Nace para mí.
Veo tus ojos en cada cuerpo inerte y lloro de alegría por tan preciado regalo:
Gracias a ti, ya no conozco el límite de mi hambre.
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Inside.
Poetry- Aquí regurgito mi decadencia- Relatos cortos e individuales. Obra registrada. Prohibida reproducción parcial o total.