Crudo

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Los recuerdos se han podrido en mi garganta y la infección a agusanado mi cerebro.

¿No escuchas las voces? ¿Acaso no te llegan las risas?

Esas que son martillazos en lo que nos resta de consciencia.

¿No reconoces los sonidos? ¿No sabes lo que es un disparo?

Gemidos y lamentos. Gusanos y bacterias.

Todo, todo, ha sucumbido a ellos.

Ha llegado el momento en que no podemos mirar sin ver a nuestros fantasmas riendo del temblor de nuestras manos.

Comiendo los restos de la cordura que se nos cae necrosada a cada paso.

Si alguien hubiera escuchado...

Si alguien hubiera observado sin juzgar...

puede que la agonía no nos hubiera encontrado.

Correr por las calles y gritar que están ahí, que nunca se fueron, que son parte de nosotros, siempre es el último recurso.

Y nos atan y llenan de polvo por eso.

Aun de esta manera los siento,

Y sé que tú también.

En algún momento tendrán que escuchar.

Porque yo entiendo,

entiendo de verdad...

Ellos también tienen miedo.

De nosotros.

De lo que podemos revelar.

Siempre hay un punto en el que dudan de su realidad.

Nos miran como locos, pero no dejan de pensar:

"Qué pasa, qué pasa... si están diciendo la verdad"

Y ahí está la respuesta del porqué mis manos están atadas, mi cerebro agusanado y, sin embargo, no dejo de mirar.

Las fantasías son para niños y nosotros jamás lo fuimos.

La oscuridad de lo que vemos es lo real.







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