Una conversación con Mia

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-¡¿De que hablas, casi mueres por mi culpa?!- el chico me miro algo extrañado, lo que me dijo me dejo tan sorprendida que casi se me olvidaba que tenia una horrible hambre. -Tu solo me diste lo que yo estaba buscando...- no lo había asimilado, sus palabras sonaban tristes, su aspecto, aún que era muy guapo también era triste, sus ojos, estaban vacíos. -¿Porque...?- se me escapo un aliento y  me acerque a la camilla, quedando frente a frente con el -Quizá porque, no tenga ya ninguna razón para seguir- No sabia que decirle, no entendía tampoco que le pasaba, simplemente lo abrace. -Siento haberte confundido con una señora, ajaja incluso te vez mas joven que yo- Luego de eso llego el medico, debía hacerle una revisión -Conseguí contactarme con un familiar tuyo, la señorita Máxima Helger, al menos eso fue lo que ella afirmo, ¿la conoce cierto?- el chico frunció el ceño -es mi mamá- me senté al lado de el y apoyó su cabeza en mi hombro dando un suspiro. -dijo que iba a venir por ti, dijo que llegaba en media hora- el doctor lo reviso, tenia varios golpes y moretones pero ninguna fractura, cuando acabo y nos dejo solos -No vas a querer ver esto, es mejor que te retires antes de que llegue mi mamá, ¿como te llamas?- apenas termino entro una mujer muy joven y guapa -Menos mal que estas bien...- La mujer me invito a almorzar por las molestias, en un comienzo lo rechace, pero insistió de tal manera que termine aceptando. Al salir del hospital me invito a su lujoso auto, y llegamos a un mas sofisticado restaurante de comida Italiana ¿Que pinto yo aqui? ¡Incluso mis zapatillas están feas desgastadas!. 

Nos sentamos a la mesa y pedí Lasagna, basto con que entregaran los platos para que me comenzara a desesperar, sin darme cuenta comí muy rápido, intente controlarme lo mas posible y bebí mucho jugo intentando disimular mi desesperación, luego observe como la señora Máxima me observaba, sentí una terrible vergüenza y fui al baño. -¡¿que es lo que me pasa?!- dije en voz alta, sin embargo el baño no estaba vació, había una chica dentro de una casilla, me detuve a escuchar y estaba vomitando -¿estas bien...?- pregunté -Recuperándome, tuve un mal día y me di un atracón, pero ya todo va salir ¿Pensaras que estoy enferma?, todo el mundo siempre dice eso, incluso me insultan, pero, ¿no me insultarían y menospreciarían también, si fuera una chica fea?, no es como si me fueran a ayudar de alguna manera  tratándome mal, es fácil criticar mi estilo de vida, sin ponerse en mi lugar-  Pobre chica, es verdad, incluso la entiendo, es como si sufriéramos por lo mismo, es como si ella entendiera incluso mejor lo que yo estaba pasando -Yo... creo que es tu manera de no rendirte- y me sentí mal, porque yo también era una niña fea. -es lo mas dulce que he escuchado hoy, ¿Como te llamas pequeña?- Quise llorar y apenas respondí -Me llamo Ema...- La chica salio del baño, se enjuago la boca y lanzo una sonrisa -Yo soy Mia, parece que tu novio te vino a buscar Ema- y se despidió de mi con la mano mire hacia atrás y estaba el chico rubio en la puerta -pensé que te sentías mal- me despedí de Mia, y regrese a la mesa, luego de una pequeña platica respecto a la fuga del conductor, la señora Máxima me dejo a las afueras de mi casa, nos despedimos y cuando baje del Auto el chico rubio me grito -¡Oye Ema, me llamo Max!-.

Ema, Ana y Mia en el espejoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora