III

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- Lamento no poder llevarte a un lugar más especial, Sadie- Dijo el pelo negro por décima vez en esa noche. Se arrepentía demasiado de no haber podido llevar a su chica a un lugar más...vivo.

   Sadie, cada vez más enternecida por el comportamiento del chico, se acercó a él y le rasco donde deberían ir sus orejas de Dios-chacal-supersexy.

-Esta bien, Anubis. Ya te lo dije antes: no me importa dónde sea.- Se encogió de hombros.- Además, así solo te veré yo y no habrán más chicas babeando por ti.

El dios rodó los ojos y río, con esa hermosa risa que a la ex-anfitriona de Isis tanto le gustaba.

Llegaron a una puerta de metal que se veía vieja ( muy vieja a decir verdad), Anubis sacó un collar con una llave como colgante de debajo de su camiseta negra y abrió la puerta.

El camino estaba iluminado con velas a los costados, se veían unas cuantas lápidas pero estas aún así se veían hermosas por los grandes y coloridos ramos de flores y arreglos que habían en cada una de ellas; y mientras tanto, la Diosa Nut observaba el momento con atención e imaginando que era ella y su amante: Geb.

Sadie y Anubis avanzaron por el camino iluminado mientras Shu, el dios del viento y aire, creaba una suave brisa solo para ellos dos, una brisa tibia, apenas perceptible, que mecía las hojas de los árboles, arbustos y el cabello de la pareja.

Llegaron a una mesa que Anubis había preparado para la cita. No era muy nueva, pero tenía sus años en uso, tenía unas copas de cristal sobre ella junto a una botella grande de Coca-Cola, unas cuantas velas encendidas y dos banquitas de madera.

-Fue lo mejor que pude conseguir, Perdoname...-Anubis estaba avergonzado, pensando que tal vez Sadie no le gustaba lo que veía y solo se quedaría y le diría que estaba todo perfecto para no hacerlo sentir mal por su poco esfuerzo en hacer algo decente. Quería que la tierra lo tragara...pero al imaginarse el panorama prefirió que no.

-Estas bromeando, ¿Verdad?- Le dijo Sadie en tono serio. Anubis ya se preparaba mentalmente para las miles de críticas y pucheros que Sadie haria y como se iría a su casa a quejarse y quejarse de lo horrible que fue su cita. Pero...- ¡Esta es la mejor cita de todas las que hemos tenido! O sea... ¿Una cita en el cementerio? ¡Solo a ti se t habría ocurrido!

Dicho esto la chica se abalanzó al cuello del dios y le besó. El beso era sincero, divertido, con sabor al café con galletas que habían tomado unas horas antes. Una vez separados, Sadie pudo ver unas orejas brillantes de color negro entre el cabello del chico: sus orejas de chacal; y dispuso a acariciarlas viendo divertida los ojos cerrados del chico, quien disfrutaba las caricias.

Se dirigieron a la mesa, hicieron un brindis por ellos y disfrutaron de la noche y la compañía del otro, escuchando a los búhos hulular y la suave brisa meciendo las hojas, siendo Nut testiga del amor que entre el Dios de los Muertos y la hechicera existía.



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⏰ Última actualización: May 19, 2016 ⏰

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