Atrévete.

La primera vez que la vi... parecía tan rara que creo eso fue lo que me atrajo. Su pelo no era normal, por supuesto que era teñida, pero ese color le hacía tan bonita y preciosa... no podía prestar atención a la explicación de matemáticas. Caminó por mi lado para sentarse en la fila de atrás de pupitres y pude oler su perfume. ¿Cuál sería? Huele muy dulce, tan dulce que quiero levantarme y permanecer a su lado. Ver su figura de reojo no me satisfacía, de hecho quería mirarla más de cerca. Suspiré pesadamente, como si el corazón no pudiera relajarse... Me sentía agitado y todo lo que sentía era calor por todo mi cuerpo. 

Aguanté el lápiz en la mano, jugando con él mientras pensaba en la misteriosa chica que había volcado mi corazón... ¿cómo sería su nombre? ¿a qué clases va? ¿a qué horas asiste a la academia? ¿qué tipo de música le gusta? y lo más importante... ¿le importaría ir a una cita conmigo? 

Un sin fín de preguntas se me pasaron por la cabeza durante la hora que duró la clase de matemáticas, así que me apresuré a recoger mis cosas. Como siempre, era el primero en guardar las cosas, pero hoy quería ir más despacio para observarla mejor... Me levanté, me giré sobre mi mismo para meter la silla dentro del pupitre y ella me miró. 

Ojos castaños, fleco revuelto, como si se lo hubiera peinado pero seguía mal peinado, un poco de ojeras, mejillas sonrosadas y sobretodo... labios carnosos y rojizos. Agaché la mirada por un momento para cortar ese incómodo momento al menos para mí, pero sólo por un momento. La volví a alzar y observé sus uñas, totalmente descuidadas, como si no se quisiera y no se cuidara. Pero volvió a pasar... y su perfume me llenó, haciéndome palpitar el corazón como nunca. No sé si la volvería a ver, era su primer día y no se sabe si el último...

No recuerdo cuántas veces pensé en ella todo el día, incluso estando con mi novia, pero lo cierto es que no dejaba de pensar en ella... e incluso hoy, aún sigo haciéndolo.