Antes que nada quiero aclarar que las partes que estén escritas con esta letra son cartas de Lazzaro a diferentes personas. Están mal escritas algunas cosas, si se fijan en las cartas de otros Conquistadores: Colón, Hernán Cortés, Cabeza de Vaca, etc. van a ver que sus cartas también están mal escritas. Lo hice así porque es un trabajo que tengo que hacer para literatura.
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Le escribo en esta carta y hago saber al estimado sacerdote Jaume Amigó, párroco de Tivisa, del cual mi tutela está cargo por errores cometidos por yo, sabiendo que este del que hablo pasará la dicha información de esta carta a nuestro agraciado Papa, representante de Dios en la tierra y máxima autoridad de la Iglesia Católica, quien ha de informar a sus Altezas:
Por la razón de que Dios me ha mandado, tengo como misión en esta expedición llegar a las nuevas islas descubiertas y evangelizar allí a aquellos indios de los que se nos ha dado saber. Hoy a los 28 días del mes de mayo, informo a usted que hemos zarpado ya hace tres días atrás junto con nuestro capitán el Teniente Álvaro Campos, su segundo al mando el soldado Feliciano Luque Mancebo, el gran comerciante burgués holandés Diederik Jannsen y su grupo de cincuenta gentes que es mercenarios y simples vendedores de calle que fueron vagabundos a mi parecer, además del resto de la tripulación que son como unos cien soldados y los que quedan son pobres hombres de calle o hombres pobres que su familia dejaron y vienen a buscar riquezas para llevarles a ellos. Viajamos nosotros en tres barcos, uno de los cuales tiene tamaño de grande y esos otros dos han de ser poco más chicos. El barco de grande y uno pequeño es de el comerciante Jannsen y aquel que resta habéis sido un regalo de sus grandes Majestades al Teniente por su nombramiento como tal el día de ayer hace un año atrás.
El transcurso ha sido tranquilo y le comento también a vos que mi viaje desde Tivisa hasta Sevilla viaje largo y en el cual ha dado cansancio a mí pero fue rápido, cuando yo llegué a Sevilla el capitán marino de la expedición me cordialmente recibió y invitó a mí a su cena que sus Altezas organizaban. Me presenté a sus Altezas y les dije lo que vos me habíais dicho que a ellos les dijera y después terminó la cena y yo pasé la noche y el desayuno de la mañana del otro día en la casa del capitán, hasta que después embarcamos. Aquel día llovía un poco pero no llovió mucho y yo había estado en puertos antes y había viajado algunas pocas veces pero nunca uno como aquel, porque muchos de los viajeros iban mal vestidos con andrajos y yo me sorprendí pero no dije nada porque a mí nada me incumbe y entonces subí al barco cuando el capitán dijo alto que estaba todo listo ahora.
También le informo que continúo haciendo planes para llevar a cabo mi misión aunque no tenga certeza de lo que pueda llegar a ocurrir y no sepa yo de la manera en que aceptaran aquellos indios el nombre de Dios.
Pido a usted, rece por yo y por todos nosotros que vamos yendo en altamar.
Sin nada más que decir, lo saludo a usted.
Diácono, Lazzaro Cantarini.
Lazzaro bajó la pluma y esperó a que la tinta se secara para poder guardar la carta en un sobre. Se encontraba sentado frente al escritorio, solo, en su pequeñísima habitación del barco. Guardó la carta entre sus libretas.
El sol se ponía en occidente y el sacerdote salió a cubierta para contemplarlo. Se había pasado los tres días de viaje haciendo aquello, era el único momento del día en que se sentía tranquilo y a la vez temeroso. Sus pensamientos salían a flote en aquellos momentos, cuando nada tenía por hacer... No encontraba comodidad con el resto de los tripulantes y la compañía del capitán y la de su segundo lo fastidiaba, sin embargo, el comerciante holandés era quién le quitaba el sueño. Se había acercado a él en muchas oportunidades sin que el sacerdote pudiera notarlo hasta tenerlo sobre sus talones y le contaba anécdotas de su vida, las cuales Lazzaro consideraba demasiado macabras, dejándolo siempre con alguna inquietud... siempre había algo inconcluso en sus historias.
Los tres días pasados habían sido eternos, y nada agradables. Aun así él no había tenido otra opción, después del error que había cometido seguir vivo era una gracia divina.
El fray Jaume era un gran amigo y mentor, y él se sentía a gusto en el pequeño pueblo donde vivía, definitivamente el mar no era de su agrado. Pero Dios, debía dejar aquellos pensamientos y concentrarse en el trabajo... no tenía ni la más pálida idea de cómo podían resultar ser aquellos nuevos hombres, al principio se decía que estas islas nuevas eran el paraíso y que los indios eran los hombres libres de pecado pero al sacerdote nunca lo habían convencido esas ideas: no había hombre que estuviera libre de pecado... por otro lado, había notado que muchos tenían la intención de ir allí en busca de riquezas y se proponían tomar a estos hombres como esclavos. Lazzaro prefería esperar a llegar allí, sabía que tardarían unos cuantos días pero mientras tanto solo quedaba rezar a Dios para que la rutina fuera cada día menos molesta.
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Diario de una Conquista
AdventureTengo que hacer un trabajo para literatura que consiste en escribir una carta de un Conquistador de América. Aquí va mi trabajo... Lazzaro Cantarini, un sacerdote de bajo rango que cometió un grave error. Por ello se le encomendó la tarea de embarca...