CAPÍTULO II: NUNCA ANTES VISTO

25 4 0
                                    

A la mañana siguiente Lazzaro se levantó entusiasmado como nunca lo había hecho desde que subió a aquel barco. Tomó su desayuno y salió a cubierta en busca del capitán. Debía saber en que momento desembarcarían. Preguntó a los jóvenes que limpiaban la cubierta y uno de ellos respondió que el capitán Campos y el soldado Mancebo estaban teniendo una reunión en la cabina del Teniente.

El sacerdote se dirigió allí, golpeó la puerta y Álvaro Campos la abrió. Lazzaro saludó cortésmente a ambos, ellos le devolvieron el saludo y le explicaron que tenían la intención de asentarse en la costa. Al parecer el día anterior, Feliciano Luque había hallado un buen lugar para el establecimiento de la tripulación. El sacerdote estuvo totalmente de acuerdo con ellos, sostenía que mientras más tiempo pasaran en el barco menos tiempo tendrían de explorar y que seguramente muchos de los que estaban allí tenían ansias de bajar.

Lo irónico de todo aquello era que Lazzaro había pensado que sería el último en querer bajar de la nave... y ahora contaba los segundos para desembarcar. El universo siempre te sorprendía, y en las ansias de conocer lo maravilloso, Lazzaro se encontró sintiendo nuevamente la esperanza y una pizca de emoción.

_____________________________________

Para Jaume Amigó:

Estoy cada vez más sorprendido de todo lo que habemos hallado en este lugar fascinante.

Hace tres días que bajamos del barco y en los botes navegamos hasta la arena. Al principio en los primeros días nos instalamos nosotros en cerca de la costa adentrándonos muy poco en las selvas. Después de que el Teniente dijese quien se debía quedar para armar los refugios el Teniente dijo que los otros íbamos a salir a explorar todos esos raros lugares y entonces ha de haber dejado a cargo a Feliciano Luque Mancebo para que vigilase a estos hombres y estuviera al mando en el tiempo en que el jefe no estuviera. Campos me dijo a mí que lo acompañase en la exploración y yo me había entusiasmado porque me llamaba la atención todas esas raras cosas y yo en la obviedad dije sí.

Ayer, a 20 días del mes de agosto salimos a andar por la playa y caminamos un poco y entonces el comerciante Jannsen entro primero en la espesura de la selva y todos nosotros en un grupo de sesenta gentes seguirlo a él. No llevé la cuenta del tiempo caminando pero sé que fueron algunas horas y había algunos que se quejaban porque decían que nada encontrábamos pero yo realmente me sentía maravillado porque aquellos lugares eran todo un descubrimiento y me frenaba de la caminata y veía bien las plantas y las flores y en un momento tan concentrado ha de haber estado yo que un pequeño pajarito verde salió volando al frente mío y me asustó. Medía unos más o menos diez centímetros, en el dorso verde metálico oscuro y partecitas azules o doradas, igual en el pecho pero menos visibles y son las alas negruzcas y la cola larga, horquillada, ancha, negra y con reflejos violáceos, el pico largo, algo curvo, negro y en la base inferior rosado. Y es que yo lo vi bien porque se posó en una rama cerca mío y yo me acerqué y se quedó quieto tranquilo y así es que yo bien lo vi.

Después seguimos andando y yo vi casi todos pájaros chicos de miles de colores, había uno con el vientre rojo y la cara blanca y el dorso y las alas negras y estaba aquel otro que era todo azul y muchos otros que fueron grises. El lugar es todo verde y el cielo es siempre celeste y juro que parece sacado de un sueño todo.

No se escuchó nunca un sonido que no fuera de nosotros, solamente los pájaros que cantaban y aleteaban pero era todo tan tranquilo que yo he encontrado la paz y tal parece este el lugar de Dios como yo nunca había creído. No encontramos a los que llaman indios o a otros españoles pero Álvaro Campos jura y re jura que algún que otro grupo hay porque hay miles y cientos. Yo no sé si sea verdad o no pero no lo contradigo a él.

Hoy, a 21 días del mes de agosto sea probable que sigamos explorando pero el Teniente todavía no se ha despertado según me dice ese que le lleva siempre el desayuno.

Lazzaro Cantarini.

Diario de una ConquistaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora