La encuentro en el viento que toca mi cara,
en el olor a montaña,
en sus pinos llenos de piñas,
en la lluvia que moja la tierra y la convierte en barro,
en los llanos,
en la selva,
en las flores,
en los animalitos microscópicos y en los enormes también.
En el cantar de los pájaros,
en el sonido de las hojas secas cuando las pisas,
en el río que con su fuerza arrastra las piedras y las hace sonar,
en los atardeceres llenos de color,
en las noches estrelladas y en las nubladas también,
en las palmeras que danzan al son del viento,
en el ruido de las olas cuando revientan en la orilla,
en el agua salada y en la dulce, allí en lo inexplicablemente perfecto habita mi paz.