"Sus ojos escondían nebulosas, sus pecas escondían constelaciones, su sonrisa escondía planetas..."
El calor en esta ciudad es infernal, puedo sentir como las suelas de los zapatos que llevo se derriten con cada paso en el pavimento mientras camino a un semestre nuevo.
Al caminar por la calle donde he vivido por más de ocho años a las siete con trece minutos de la mañana me doy cuenta de que nada ha cambiado, las casas siguen siendo de los mismos colores llamativos con jardines llenos de flores y cercas blancas, los coches siguen siendo brillantes, la banqueta sigue siendo de ese color gris tristeza y el cielo aún es azul. Nada cambia y sospecho que nunca lo hará.
Ya estoy harto de caminar, no puedo esperar más para poder comprar un coche y así llevar a Diane a ver una película o a la feria sin tener que regresar temprano por que se hace tarde o por la lluvia, pero necesito trabajar al menos cinco meses más para poder comprar uno decente, ya que mi padre ni en una emergencia me prestaría al suyo.
Después de 20 minutos caminando pensando en cosas sin sentido y haciéndome preguntas sin respuesta, llegue a la escuela para así empezar mi segundo año en la preparatoria.
Las instalaciones de la misma estaban inundadas de estudiantes nerviosos y olorosos, algunos estaban solos con la cabeza agachada observando el piso y contando hormigas supongo, otros estaban en grupos gritando de alegría porque no habían visto a sus amigos todo el verano o solo para llamar la atención; de alguna manera logre salir de esa multitud de adolescentes que emitía más calor y olor nauseabundo, toda una experiencia para ser honesto.
Al entrar al gran edificio de ladrillos rojos puedo sentir que el nuevo semestre escolar me traerá algo emocionante, pero apenas es el primer día, no debo tener muchas expectativas. Ahora debo buscar a Diane que debe estar con su grupo de amigas en algún lugar del segundo piso, donde pierden el tiempo hablando de maquillaje y revistas.
Recorro los pasillos llenos de personas apresuradas para ir a una clase o para encontrarse con alguien y me pregunto que pensaran ellos en estos instantes; quizá esa chica de ojos tristes acaba de perder a un familiar o rompió con su novio, quizá esa chica con una falda demasiado corta para la escuela piensa en a quien se cogerá este semestre, quizá ese chico con el ceño fruncido que aleja a las personas con solo su parecencia tiene miedo de volver a casa con su padre abusador, quizá ese chico con camiseta llamativa piensa en una chica de la cual ha estado enamorado por 10 años, quizá esa chica que corre hacia las escaleras tiene miedo de fallar alguna clase de nuevo... o quizá yo pienso demasiado.
Siendo sincero, no quiero ver a Diane ahora mismo, todo el verano nos vimos al menos 6 días de los 7 que tiene la semana; ella es una chica hermosa que habla demasiado, tiene un cabello castaño hasta el ombligo muy bonito que siempre huele a fresa y que ella enreda en sus dedos cuando habla conmigo, tiene un cuerpo de ensueño que he llegado a ver en su estado natural algunas noches del verano que acabamos de dejar y ella tiene los ojos cafés más bonitos que he visto en mi corta vida. Tengo mucha suerte de tenerla, pero puede llegar a ser irritante algunas veces.
Luego de debatir por un minuto conmigo mismo el ir a verla o huir un rato a la parte trasera de la escuela, mis pies decidieron ir a verla y mi mente aceptó.
Subo las escaleras con dificultad, pues la maza de personas abarcaban todo el espacio disponible, puedo jurar que alguien agarro mi trasero. Sin darle tanta importancia al abuso que mi glúteo izquierdo acababa de presenciar, sigo caminando hacia mi novia que me saluda desde el otro lado del pasillo.
Se encuentra con sus amigas y con otros chicos, genial, Gary esta ahí con Brenda, su nueva presa para su larga lista de chicas que contagio de gonorrea. Pobre chica, será una perra, pero no creo que merezca eso.
