Prologo

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Ahí estaba él, con su traje negro con una bella sonrisa. Tan elegante como siempre, escondiendo bajo ese hermoso smoking un hermoso cuerpo bien esculpido.

Como si no lo esperase, al verme caminar hacia él, su sonrisa se borró. Mientras yo caminaba hacia el altar, escuchaba los murmullos de la gente -seguro serán muy felices- -ella se ve hermosa, espero que ya salga pronto...-

Así fue como yo tome mi asiento justo aun lado del camino que recorrería la bella novia, debo decir que yo no estaba ahí porque quisiera. Mi madre, porque la sociedad decía que todo los de la clase alta deberíamos estar ahí, ella me obligo, sino ¿qué dirían de nosotros?

-¿Estás bien?- preguntó Erick tomando mi mano presionándola un poco

-Sí- me limite a contestar.

Él me vio anoche llorar, derrumbarme. Solo él podía ver ese lado mío que ni madre o padre conocían.

-Si tú estás aquí, estaré bien. Tú eres mi fuerza Erick.-le sonreí agradeciéndole todo lo que había hecho por mí. Él sabía toda la verdad, toda.

La marcha nupcial comenzó a sonar, por ende todos nos pusimos de pie, sí que se veía hermosa. Parecía una princesa caminando hacía su príncipe.

-Hacen bonita pareja-le comente a Erick en un susurró, a lo que él solo apretó mi mano temblorosa "-no te soltaré, pase lo que pase-" recordé que eso me dijo él anoche, y hasta ahora lo había cumplido.

-Sentad todos, hijos míos- dijo el padre comenzando el sermón nupcial. Cuanto desearía ser yo su princesa.

"-siempre serás mía, mi princesa-" recordé sus palabras.

-Marina ¿aceptas a Edgar Videla, para amarlo y respetarlo. En la salud y en la enfermedad, como tu legitimo esposo hasta que la muerte los separe?

-Sí, acepto -dijo con un brillo en los ojos, un brillo que iluminaba todo su cuerpo, mientras mi cuerpo temblaba más y más.

- Y tú Edgar, ¿aceptas a Marina Gálvez para amarla y respetarla. En la salud y en la enfermedad, como tu legitima esposa, hasta que la muerte los separe?

Él, el peor hombre que existe sobre la tierra, miro al padre para luego mirar a la mujer frente a él. Pude ver como sus labios se separaban para dar un suspiro. Me miro y sus labios dieron un susurro pequeño "te amo", enseguida baje la mirada y vi como Erick aun me sostenía, sus manos parecían sostener mis lágrimas, parecían detenerlas. Todo lo que pasó aquí, hoy se terminaba. No, jamás pasó, eso tenía que pensar, en que jamás había pasado. Él solo era un amigo de mi padre, él solo era un hombre más. No era el amor de mi vida, no... No lo era. Volví a mirarlo, mis labios temblaban al igual que mis manos, Erick me abrazo mirándome y luego mirándolo a él, entonces un dolor fuerte en mi pecho punzo, mi corazón había terminado de romperse...

-Acepto... -dijo Edgar.


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