"¿Puedo...?"

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Chicken_Dance31

"Shizu_Chan" su nombre salió de sus finos labios con un leve susurro, como si temiera romper el cómodo ambiente que se había establecido entre ellos.
El rubio le dio una calada a su cigarrillo, sintiendo como el toxico veneno denominado nicotina entraba por sus pulmones y miró al de ojos carmesí.

"¿Qué quieres, pulga?" Izaya sonrió nostálgico, recordando los momentos en los que esas palabras eran lanzadas hacia el con odio. Ahora, un notable cariño adornaba la grave voz del rubio.

"¿Puedo sonreír?" Preguntó el informante serio mientras acercaba su rostro al del  guardaespaldas.

"¿Uh?" La cara del de cabellos azabaches no cambió, pero sus ojos mostraron miles de sentimientos. Entre ellos, la tristeza, abarcando la mitad de la extensión de sus penetrantes ojos color sangre.

"¿Puedo sonreír?" Volvió a preguntar, esta vez con un tono dulce y un tanto alegre. Shizuo suspiró. Seguro su ya no tan odiado enemigo estaba tramando algo.

"No pasa nada si sonríes" contestó acariciando los suaves cabellos carbón de Izaya. Este sonrió. Con ternura, con felicidad, una sonrisa la cual iluminaba la oscuridad en la que hace un tiempo el hombre más fuerte de Ikebukuro había caído y  no era capaz de levantarse.

"¿Puedo llorar?" El de lentes oscuras negó instintivamente. Su pulga no lloraría, eso era muestra de aflicción y estaba seguro de que odiaría ver esa clase de expresión en el maravilloso rostro de su amado."Shizu_Chan... ¿Puedo llorar?"

"No... pasa nada si lloras" pronto lágrimas saladas se deslizaban por las ahora sonrojadas mejillas de Izaya, pero algo era distinto en esos ríos transparentes, eras de alegría, pues la sonrisa de antes aún seguía en su sitio. Eso hizo a Shizuo preguntarse porque nunca permitió al de las navajas ser feliz y llorar por ello. Era una vista impresionante la cual merecía ser enmarcada en un museo al igual que una obra de arte.

"¿Puedo enfadarme?" Comenzó a limpiar lentamente los restos de agua de sus mejillas con las mangas de su adorada chaqueta, y, analizó al hombre frente a él, intentando averiguar su próximo movimiento.

"Puedes enfadarte" los acalorados mofletes del más bajo se inflaron en un claro ejemplo de falsa indignación, haciendo soltar una pequeña carcajada al de ojos mieles, quién nunca había visto una escena tan adorable.

"Ne, bestia... ¿Puedo enamorarme de ti?" Aunque al ex-barman ese apodo le molestara sobremanera, las palabras dichas por Izaya le habían hecho olvidar cualquier indicio de violencia que su cuerpo contenía.

"Puedes enamorarte de mí, maldita pulga..." posó su ahora fría mano en una de las mejillas del mencionado, quien solo se dejo hacer. Había pasado mucho tiempo desde que alguien le trataba con tanta delicadeza y amor, y su pecho, el cual antes no conocía las tan inexplicables emociones humanas, se encontraba cálido y mezclado de ellas.

"Ahora... ¿Puedo besarte, Shizu_Chan?" El rubio no le respondió al instante, tan solo acunó su rostro y junto sus frentes con una delicadeza y suavidad inimaginables para el de fuerza sobrehumana. El informante solo suspiró en los secos labios del más alto, esperando impaciente ese beso que hace unos pocos segundos había pedido con necesidad.

"Puedes besarme,Izaya" solo hicieron falta esas palabras para que los dos se fundieran en el beso más apasionado y dulce de toda su corta historia como amantes. Sabían que habría montones como esos, pero decidieron atesorar este como el principio de una nueva vida. Una en la que las transitadas y monótonas calles de Ikebukuro no acabaran destrozadas por sus peleas. Una en la que empezarían el día con caricias y palabras enamoradas, acabándolo los dos juntos, dormidos en la misma cama, con sus cuerpos entrelazados.
Se separaron, ambos con estúpidas sonrisas en sus rostros sonrojados por la falta de aire.

"¿Puedo abrazarte?" El de cabellos azabaches apoyó las manos en las caderas de su compañero, sin dejar de lado esa sonrisa tan impresionante que cautivaba a cualquiera.

"Puedes abrazarme" sintió como los cortos brazos del más pequeño le rodeaban, y sin reprimir sus instintos abrazó de vuelta a la pulga, oliendo ese sedoso cabello por el que a veces le daban ganas de pasar sus manos.

"Bueno, ¿puedo hacerte solo mio?" Shizuo se preguntó que más necesitaba hacer para que su amante entendiera que ya era de él y de nadie más. Apretó su agarre en el delgado cuerpo del informante, intentando transmitirle todo lo que estaba sintiendo.

"¿Sabes? Me haría muy feliz que me hicieras solo tuyo." Los dos volvieron a separarse. Izaya nunca había estado tan feliz, ni el rubio tampoco. Ahora entendían la frase 'el amor viene cuando menos te lo esperas' y 'del odio al amor solo hay un paso', eso era exactamente lo que les había ocurrido a ellos.
Se miraron expectantes, queriendo averiguar cual sería la siguiente pieza
en moverse y hacer el jaque mate.

"Estas sonriendo" susurró bastante divertido el de ojos color sangre al ver la cara de su amada bestia. Este sonrió aún con más intensidad,casi alumbrando el oscuro lugar en el que se encontraban.

"Tú también" comentó este notando como ahora los ríos transparentes brotaban de sus ojos y caían al suelo como gotas de lluvia.

"Shizu_Chan... ¿estás llorando?" Preguntó un tanto preocupado el pelinegro mientras levantaba su mano y limpiaba las lágrimas saladas que salían de los hermosos y cálidos ojos del hombre más fuerte.

"Callate idiota, tú también lo estás" en realidad Izaya ni se había dado cuenta de sus empapadas mejillas. El momento tan fantástico que estaba teniendo le había aislado de cualquier cosa que no fuera Shizuo. Este limpió por segunda vez el rostro de su antiguo enemigo y besó cada uno de sus párpados, admirando la belleza que tenía ante él.

"Te quiero" dijeron los dos al unísono, para después entrelazar sus dedos y prometerse amor eterno por lo que parecieron años.

Ahora la guerra en Ikebukuro había cesado, pues los dos enemigos, ahora no compartían peleas, sino conversaciones. Ya no se golpeaban, se acariciaban. Ya no sangraban, sus hemorragias internas se las curaban a palabras tiernas y besos.
El odio que habían sentido el uno hacia el otro por tanto tiempo, había sido remplazado por un sentimiento mucho más fuerte y peligroso... el amor.

                              FIN

¿Puedo...?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora