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Sinceramente, él me parecía cada vez más lejano, como aquella flor que nunca se pudo alcanzar por tener en medio una valla. Te daba a entender que no, era no y ya, ni siquiera podías mantenerla cerca porque simplemente no podías.

Supongo que esa misma valla me la colocaba yo, cuando lo ignoraba o me ignoraba a mi mismo sobre negar mis sentimientos vagamente intensos. Excusas, excusas, solamente para no acercarme a ese chico de sonrisa idiota.

Hice una mueca y me dispuse a remarcar las letras que no habían por culpa de la falta de tinta de mi bolígrafo. De pequeños círculos que servían para saber si todavía había vida en el bolígrafo se convirtieron en pequeñas rosas que terminé por darle sombra a cada una de manera monocromática.


Terminé de copiar el credo de Aquiles Nazoa, un poema que siempre me había gustado, era como un himno del amor a todos esos relatos que lo narraban como algo existente y bueno, como estudiante de Literatura, era mi deber saber cada uno de ellos.

Pero siempre habría sido mi favorito.

Dispuse de la punta llena de negro encima del papel para poder crear el mío propio, no sería un credo del todo, pero al menos sí un poema al amor imposible que obtenía de mis años de universidad.

Releía una vez más, sin estar seguro de agregar lo que en mi cabeza sonaba bien, pero quizás no fuera de ella. 


"No dudé de ti, Jimin..." 


Agh, no me gustaba aquello, me revolví el cabello, demasiado cursi para lo bien que me había quedado el "poema" para arruinarlo con esa última frase. Me dispuse a borrarla pero el corrector de bolígrafo no se dejaba encontrar el muy miserable. 

- ¿Qué es eso? - Una voz grave me sorprendió y sentí como un escalofrío me recorrió desde la nuca hasta el final de mi columna vertebral y me dirigí a la persona que me hablaba más no me veía, tenía la vista en mi cuaderno. Tapé rápidamente el final donde claramente se veía el nombre de Jimin y su mejor amigo se le quedó viendo como si pudiera leerlo claramente. - ¿Puedo verlo? 

- No. - Respondí tajante antes de intentar meterme el cuaderno debajo de la camiseta, en ese momento podía arrancar la hoja y meterla en mi boca para no dejar rastro de nada. Joder, joder, joder. ¡El maldito bicho raro de Taehyung me había quitado el que ahora era mi propio pecado mortal! 

Pero agradecía el hecho de que pudiese correr sumamente rápido, por lo que casi lo tomé de su franela pero fue por un segundo muy pequeño que la tela recorrió mi mano por el muy maldito sabía como escurrirse en este tipos de momentos.

- ¡Jimin! - M-A-L-D-I-T-A-S-E-A. - ¡Tiro libre! - Dime San Google, ¿recetas para un Taehyung descuartizado? ¿Al vapor, al horno, o quizás... a la parrilla?

Vi con terror como Jimin lo tomaba y con una ceja en alto leía el vergonzoso mensaje que había para él, porque no había nada más obvio que su nombre abajo de un poema para nada religioso en que lo compraba con las obras de literatura más interesantes que pudiese haber leído. El mundo era bastante cruel, déjenme decirle. Si tenía alguna oportunidad con él, ya la había desechado, borrado, manipulado de que ya no era así. Mi alma debía estar con todo mi calor corporal en el piso mientras veía como leía aquello como si estuviera en árabe, por lo que me acerqué, muy temerosamente, e intenté quitarle el maldito cuaderno pero me lo sacó de mi alcance al instante.

- Por favor... E-eso es mío. - Pero me volvió a ignorar olímpicamente, sin embargo no podía quedarme quieto hasta que me hubiera devuelto mi cuaderno, sin que leyera nada, Dios, ¿por qué me quieres tan poco? - Es muy bonito JungKook... - Me quedé en trance mientras él hacía como si nada, aprovechó ese momento para arrancar la hoja sin despedazar y me entregaba la libreta. ¿Qué...? Le iba a reclamar pero Taehyung me sacó básicamente a patadas.

No vuelvo a dedicar credos a tu mísera existencia, Dios...

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