No, no te perdono.

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Toc, toc, toc, toc.
Alguien llama a la puerta.
-¿Se puede?- Una presencia femenina se asoma en la entrada de la habitación. Me alegro de verla. No pensaba que vendria, sin embargo, lo ha hecho.
Sin decir nada, asiento con la cabeza.
-¿Cómo estás?- ¿Se preocupa por mí? Vaya! Eso tampoco me lo esperaba.
No le contesto.
-Sigues enfadado, ¿verdad?-
¿Cómo no voy a estarlo?, pero claro, la sigo queriendo, prefiero hacer como en la típica historia, "seguir siendo amigos".
-Por eso he venido, para hacer las paces. Ya te dije que queria que fuéramos amigos.- Normal, ahora que estoy así, viene para intentar disculparse, otra vez.
-Me alegro de verte. Estoy bien, bueno, con una pierna rota, tres costillas fracturadas, y moratones en la cara, pero estoy bien.- Por fin dije. - Pero no te perdono, no te puedo perdonar. Podemos "seguir siendo amigos", si quieres. Pero no hagas ver que ahora te importo, sólo porque esté tumbado en una camilla de hospital. No. Eso si que no lo tolero. No tolero que, porque ahora me veas como a alguien dévil, creas que también se me han devilitado los sentimientos, no, sólo el aspecto físico, pero no el cerebro, ni el corazón.- Creo que ha captado suficientemente bien mi mensaje, con que se da la vuelta y sale por donde ha entrado, sin decir nada.

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