Ella, al fin conoció al hombre que esperaba. Perfecto antes sus ojos; su voz, agradable a sus oídos; su apariencia, digna ante su mirada.
Él podía notar que tenía una mirada tan vacía, tan oscura...
La miraba fijamente y se perdía en un mar sobrio de melancolía.
Él sabía que su mundo era un infierno de sufrimientos. Naufragó en una tristeza profunda y atrayente.
Fue uno con ella; y sus derrotas y decepciones de adueñaron de él.
Vivió en carne propia su infierno con solo mirarla.
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