JUNE.
El sol penetra las suaves cortinas que tapan la ventana de mi habitación. Mi madre grita desde la cocina haciendo eco en las escaleras que dan paso al piso de abajo, o de arriba. No quiero escuchar un sonido más, por lo que me pongo los cascos y escucho música hasta que intento volver a quedarme dormida. Como siempre, me sale el tiro por la culata.
La mujer a la que se trata de que debería llamar mamá, entra por la puerta sin ningún gesto que demuestre alegría ni pena. Me da igual, no me importa para nada su actitud conmigo, a pesar de que me haya dado comida y techo para vivir los últimos ocho años.
-June, levántate de una vez. ¿Quieres llegar tarde? -Me mira y la dedico una cara de malos huevos. -Siempre haces lo mismo, dejarme mal, o intentar hacer que todo salga fatal. Me tienes harta, menos mal que ya te vas. No te aguanto un segundo más.
Sigue con su discurso al que no estoy haciendo ni caso cuando ya estoy metida en la ducha. El agua caliente silencia los gritos de mi madre y hace que relaje todos los músculos de mi pálido cuerpo.
Siempre he pensado de dónde viene este rasgo físico, si de mi verdadero padre o de mi verdadera madre, los cuales me abandonaron cuando tan solo tenía diez años. Para entonces seguía pensando que volverían, o que mi vida seguiría siendo feliz sin ellos.Y una mierda. Todo empezó muy bien, Carla y Jorge me adoptaron y me cuidaron. Me demostraban muchísimo y me daban el cariño que nunca había tenido, pero recién cumplidos los quince se separaron. Se quedaron con la custodia compartida a pesar de que yo seguía pidiendo irme con Jorge, pero claro, era menor de edad y mi opinión no era válida en ese momento.
Ahora que tengo dieciocho, he podido elegir con quién vivir a partir de ahora. Fue un juicio duro y cansado, pero al final lo he conseguido, y hoy me marcho con Jorge.
Salgo de la ducha cuando me termino de enjabonar y de aclarar, procediendo a secarme rápidamente para ver qué ropa me pongo. No tardo mucho en elegirla, puesto que no suelo perder mucho tiempo en esto. Unos vaqueros, camiseta blanca y una sudadera verde oscura por encima. Estamos a mediados de primavera, por lo que falta poco para que el instituto acabe.
Terminaré el curso en otro diferente, pero da igual. Todavía no tengo pensado qué haré, pero creo que iré directamente a la universidad.
-¡Tengo el coche arrancado, date prisa! -Carla sigue gritando, esta vez desde el jardín. Bien, los vecinos tienen espectáculo desde primera hora de la mañana.
Ya me he lavado los dientes y me he peinado cuando estoy bajando por las escaleras. Entro a la cocina donde he comido y cenado estos últimos años para coger una manzana e irme comiéndomela. Tendremos un largo camino de viaje, por eso mismo me he centrado esta noche en descargarme más música de la que tenía. Y por esa misma razón tengo tantísimo sueño ahora.
Ni si quiera me despido del pequeño perro que tiene mi madre. Es un chihuahua, pero sigo pensando que se parece a una rata. Además, tanto uno como otro sentimos odio hacia nosotros mismos.
Entro al coche después de haber cerrado la puerta de la gran casa marrón y blanca, pidiendo no tener que volver nunca por allí.
✳✳✳
Cuando llegamos a la casa de mi padre me doy cuenta de que no tiene nada que ver con la de Carla. Es una zona callejera y bastante amplia, pero los viejos edificios están muy juntos. En cuanto bajo del coche, lo primero que veo son grafitis pintados en todas las paredes cercanas a este centro. Mi madre pone caras de horror y asco a cada paso que da y yo estoy obligada a no reírme en su cara, por muchas ganas que tenga.
En cuanto llegamos al edificio correcto de los cientos que hay, Carla saca un papel del bolsillo de su valiosa chaqueta de Channel color arena. Dinero tenía que tener, la asquerosa. Toca uno de los timbres y al instante suena la voz de mi padre. Tengo muchas ganas de verle. Eso sí, espero que no sea como mi madre.
-Abre de una vez, quiero irme ya. -Contesta la fina voz de Carla. Y en cuanto abre la puerta, me mira. -Bueno, no te olvides de los estudios. Ya te llamaré.
Se marcha sin decirme nada más y yo procedo a entrar al pequeño portal. Subo al tercer piso, ya que he visto que aquí vivía Jorge cuando ha abierto desde arriba. Me planto en frente de su casa y doy gracias por no haberme cruzado con ningún vecino; no quiero ser noticia a primera hora. Llamo a la pequeña casa en la que viviré a partir de ahora, y un hombre algo canoso, cansado y expectante me abre la puerta.
Su mirada refleja alegría y felicidad, así que le regalo una sonrisa algo forzada y levanto mi mano en forma de saludo.
-June. -Sonríe y se echa a un lado. -Pasa, pasa.
Hago lo que me pide y la curiosidad invade todo mi cuerpo, por lo que entro algo nerviosa. Me giro hacia él una vez que estoy dentro y me le encuentro frente a mi, aún sonriendo.
-Bienvenida. -Cierra la puerta y dejo mi mochila en el suelo de la entrada, echando un vistazo a la pequeña casa que me escasa. -Te he echado tanto de menos, cariño.
Su voz parece un recuerdo lejano. Es tan melancólica, y él es tan buena persona... Carla no le merecía. Es una arpía, se casó con él por el dinero que tenía y cuando se divorció, le quitó todo.
-Yo también a ti. -Le respondo sinceramente. Va a abrir sus brazos cuando un chico que no me sacará mucha edad aparece detrás de él. Alto, moreno, musculoso pero sin salirse de lo normal, bastante guapo... ¿Y quién es este?
Parece que mi padre se percata de mi intriga por el chaval este, ya que se decide a contarme quién es. Y espero que me diga también qué hace aquí.
-Ah, si. Este es Sebas, cariño. -Me dice nervioso. Quiero decirle que un nombre no va a resolver nada, pero entonces pasa a hablar otra vez. -Mi hijo Sebas.
Se me cae el alma a los pies. Me habló de él cuando era más pequeña, pero nunca pensé que fuese a conocerle. Tiene bastante parecido en su cara a Jorge, pero él es más joven y apuesto, claramente.
-Sebas, esta es June, ya lo sabes. -Dice apoyando la mano en mi hombro, haciendo que me acerque un poco a ellos.
-Sí, lo sé. -Dice recorriendo todo mi cuerpo con la mirada, centrando su mirada en mis ojos después de esto.
No le doy importancia. No somos hermanos, porque él es su hijo de sangre, y yo soy la hija adoptada. Osea, que no somos absolutamente nada. Pero tela.
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Try to forget. [Tratar de olvidar].
Teen FictionLas mañanas pasan y amanecen iguales al día anterior, sin una pequeña mota de diferencia que las haga distintas a las del día siguiente. Y el tiempo pasa más rápido que como nunca ha pasado, haciendo que no pueda vivir ni sentir todo lo que está p...