El Diario de Amelia

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Martes 25 de Mayo de 1997

Amelia Abasto Navarro nació un 25 de Mayo de 1997, en el Hospital Universitario de Madrid. Su madre sufre de hipertensión por lo que tuvieron que sacarle antes de lo esperado con la ayuda de una cesárea, ese momento fue bastante duro. Fue muy difícil para ella, pero logró superar aquel parto y seguir en su vida.

Los médicos le dijeron a su madre que Amelia había tenido varios episodios de fiebre cuando se encontraba dentro de su vientre. Mientras su madre se encontraba en reposo para recuperarse de la operación, Amelia estaba a su lado dentro de una pequeña cuna tapada con una mantita rosa.

A las cuarenta y seis horas de haber nacido empezó su primer brote. Estaba muy caliente, tenía tanta fiebre que sus labios y sus uñas estaban de color azul, un azul que producía frío. Su madre se percató y se puso nerviosa.

— ¡Mi niña! ¡Mi niña! ¡Un medicó por favor! ¡Mi niña! — gritaba su madre desesperada por tal situación.

Los médicos escucharon los gritos y calmaron a la mujer, al mirar a Amelia se preguntaban y buscaban el porqué de aquella fiebre que había aparecido como de la nada. No encontraban el motivo de aquello.Urgentemente se la llevaron para hacerle varias pruebas, un médico contemplaba la posibilidad de que aquello fuera algún tipo de virus hospitalario, pero seguían sin estar seguros de ello.

"Gracias" a esa fiebre estuvo ingresada veinte días. Solo con dos días de vida le separaron de sus padres.

— ¡Queremos ver a nuestra hija, somos sus padres no nos puedes apartar de ella con tan solo dos días de vida! — decía su padre a los médicos con desesperación y con lágrimas en los ojos.

Al final con tanto insistir los médicos cedieron, solo podrían verla quince minutos por la mañana y otros quince por la tarde. Sus padres entraban en la habitación con lágrimas en los ojos.

Amelia pasó esos días aislada, sola y con fiebre, al que se le sumaron unos días más para su observación.

Después de aquellos veintitrés días que para sus padres fue como un año, Amelia por fin podría irse a conocer su casa y a toda su familia.

Su familia estaba feliz de que su pequeña estuviera sana y recuperada.

Pero dicen que la felicidad no dura para siempre, ¿no es así?

A partir de ahí no solo le volvieron los repetidos episodios de fiebre, el estar tanto tiempo aislada le afectó mucho.

Amelia rechazaba a sus padres, no quería ni que la tocarán... Con solo acercarse a su hija ella se ponía a llorar desesperada, así era un día tras otro.

El haber estado tantas días sola le afecto, no quería que las personas que la "abandonaron" se acercaran a ella. Al pasar los días y semanas empezó a aceptarlos y ese trauma con sus padres, dejo de existir.

Como si de una película de ficción se tratase,"Parece ser que aunque seamos muy pequeñitos, podemos entender cada cosa que pasa a nuestro alrededor. No entender las palabras, pero si el sentimiento de cada una de ellas"

Seguían los repentinos brotes de fiebre y sus padres ya no sabían que hacer, comenzaron a recorrerse todos los hospitales de la zona en la que vivían y de otras ciudades lejanas.

Los viajes de un lado para otro eran agotadores para Amelia, la que se dejaba dormir en su sillita del coche. Junto a ellos viajaba también la abuela materna de Amelia, su abuela se pasaba días sin dormir pegado al teléfono para saber si habían noticias y todas las noches le rezaba a dios que su pequeña se curara pronto.

Su hermano mayor Carlos de tres años se quedaba al cuidado de su tía. El siempre tuvo la misma atención y amor que Amelia por parte de toda su familia, pero entendió desde el primer día que su hermana estaba enferma y necesitaba un poquito más de atención.

— Tata, mi hermanita Amelia se va a recuperar ¿verdad?. — le dijo con una voz tierna.

Mientras su tía le tapaba con las mantas le miro a los ojos y le salió una pequeña lágrima

— Claro corazón, muy pronto tu hermanita vendrá con mama y papa, y podrá jugar contigo. — le contestó — Buenas noches mi vida, que sueñes con los angelitos.

— Buenas no... — le salió un bostezo — ...ches Tata — y se dejó dormir.