III

1.1K 105 4
                                    

Habían pasado unos largos y desesperantes veinticinco minutos hasta que alguien finalmente golpeó la puerta. Durante ese tiempo todos armaron sus bolsos; guardaron todos sus objetos personales y de higiene, dinero, un poco de ropa pero no mucha, celulares para comunicarse, entre otras cosas. Walter tomó su arma de la caja fuerte, la cual tenían sólo por emergencias. Él había acordado con su hermana, Mery, que ella tocaría la puerta trasera golpeando dos veces.

—¿Quién es?

—Soy yo, Walter, rápido —dijo la voz de Mery a través de la puerta.

En unos segundos Walter ya había destrabado los dos candados y abierto la puerta. Ella entró y lo abrazó mientras Nick cerraba la puerta y la aseguraba.

—¡Tía Mery! —corrió Jennifer a abrazarla.

Tanto ella como su hermano siempre habían tenido una excelente relación con su tía. La alegría de saber que había llegado sana y salva sumada a cuánto la había extrañado, la impulsó a abrazarla con más fuerza de lo normal.

—Mi niña... —acarició su cabello.

Saludó a Nick y a su madre con un abrazo y su padre los sentó en la mesa.

—Bien, ya le he dicho a Mery qué debe traer y qué haremos hasta que todo se arregle. Mi ex compañero de la agencia, está en zona segura y nos ayudará desde afuera; y si lo necesitamos, desde adentro también. Esperemos que no haga falta.

—Haré lo que ustedes, lo que sea más seguro —contestó Mery con tranquilidad, siempre traía calma a la familia.

—Iremos nosotros tres con Rocky en mi auto —dijo Walter refiriéndose a sus hijos—, y Mery, conducirás detrás nuestra con Susan —todos asentimos—. ¿Podrás llevar las cosas de Rocky? Yo llevaré las bolsas de comida de 10kg.

—Claro, me encargaré de eso —contestó Mery.

—En un rato, cuando mi compañero me confirme cómo gestionaremos la salida de la ciudad, partiremos. Si quieren, dense un baño, será un viaje largo.

Jennifer se retiró a su cuarto y se metió a la ducha. El agua caliente caía sobre su cabeza mientras ella intentaba relajarse. No tenía idea de lo mucho que extrañaría esos baños calientes. Se vistió y se recostó, intentando asimilar lo que estaba pasando, justo cuando se acordó de ellos.

Se levantó bruscamente de la cama y marcó el número de Lily.

"¿Hola?" contestó su amiga, su voz se escuchaba triste y angustiada.

—¡Lily! Mierda... ¡¿Dónde estás?! ¿Estás segura?

"Sí. Aunque preferiría no estarlo. ¿Tú?"

—¿Qué dices? ¿Qué sucedió?

"Mi ma-dre" intentaba decir con la voz cortada, se notaba que estaba llorando. "La agarraron y se enfermó pero la encerramos... se recuperará estoy segura..."

—Joder, Lily, ¡No dejes que te muerda! Por el amor de Dios.

"Jenny, no sé qué hacer..." logró decir con un hilo de voz.

—No te acerques a nadie infectado, Lily, prométemelo —le contestó Jenny preocupada, soltando algunas lágrimas.

"Está bien."

—Te buscaré cuando todo se arregle, ¿bueno? Y prométeme que te vas a cuidar.

"Sí..."

—Te amo, amiga.

"Yo tam-bién te amo."

Jennifer colgó el teléfono nerviosa y con los ojos llenos de lágrimas marcó el número de Michael. Se escuchó el tono pero nadie atendió, así que lo llamó de vuelta. Nada.

THE ENDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora