1.2 Nathan

2.6K 159 19
                                    

Nunca me habían roto el corazón de la manera en la que ella lo hizo, pensé que nunca experimentaría ese tipo de dolor, creí que cuando llegara la indicada todo sería diferente. Pero ahí estaba yo, afianzando las caderas de una chica, recorriendo su cuerpo con mis manos, saciando mis necesidades más primitivas y ahogando las penas en el deseo carnal. Los días del sexo casual habían regresado pero a diferencia de esos días ahora el acto no se sentía bien.

La enfermera, Hayley, era mi tipo. Tenía una abundante cabellera color caoba que cubría sus hombros cuidadosamente, su piel era increíblemente blanca y por todo su cuerpo se esparcían pequeñas pecas que apenas se notaban. Sus ojos eran oscuros y pequeños, su nariz podría pasar como respingada y sus labios eran delgados. Me encantaba hundirme en su delgado cuerpo y hacerla estremecer. Era la única de las chicas que frecuentaba a menudo y sólo por una razón: ambos teníamos el corazón roto y nos desquitábamos revolcándonos como animales. Era fácil, porque nos saltábamos la parte sosa de las insinuaciones, no teníamos que entablar una conversación antes de ponernos manos a la obra y el miedo de que la otra persona fuera a engancharse de ti estaba ausente. Ambos teníamos nuestro corazón bastante lastimado como para dejar entrar a alguien más.

Suspiré al recostarme en la cama, Hayley se tumbó sobre mí colocando su cabeza sobre mi pecho. Profirió un gemido y se acurrucó contra mi. Coloqué mis manos tras mi nuca y miré al techo, el dolor no se iba sólo se escondía.

—A veces pienso que podríamos ser la pareja perfecta, Doc — susurró con su apaciguadora vocecilla, esa que utilizaba para animar y calmar a sus pacientes.

—¿Por qué? —no me molesté en mirarla.

—Porque somos bastante buenos en esto, el sexo resulta alucinante contigo.

Sonreí y me atreví a mirarla, el cabello sobre su rostro me impedía ver su expresión.

—Ese comentario ya no me sorprende — musité.

—Y usted Doc, debe conocer la modestia — levantó la cabeza y apartó sus cabellos del rostro para darme una mirada de ojos entrecerrados.

Solté una carcajada al tiempo en que me cubría el rostro con ambas manos. No intentaba ser molesto pero ese comentario lo había escuchado tantas veces durante los últimos meses que ya me parecía una mala broma. "Dile al Doctor Hoult que el sexo es alucinante con él para que se sienta mejor" imaginaba que las chicas con las que me acostaba comentaban esos consejos en el almuerzo o en el sanitario, o cualquier momento de chicas.

Ella se rio al escucharme reír, su risa también era apaciguadora, con un timbre característico que podría hacerse pasar por un pajarillo. Todo en ella era pequeño, fino y menudo, parecía demasiado frágil.

Aún desnuda se sentó sobre mi regazo y me miró fijamente por largos segundos. Suspiró y me dedicó una sonrisa ladeada.

—¿Por qué no me puedo enamorar de ti? ¿Por qué no podemos enamorarnos el uno del otro y dejar de sufrir?

Dejé de mirarla y me mordí el labio, la imagen de cierta rubia de ojos encantadores apareció en mi mente y de nuevo su recuerdo atravesó mi pecho como si una daga se incrustara en mi corazón. ¿Por qué no podía desaparecer de mi mente como había desaparecido de mi vida?

—Porque eso sería tomar un camino muy fácil, querida Hayley — musité, alcé la vista para encontrarme con sus ojos vidriosos, ella también estaba recordando.

—Lo sé, a ambos nos gusta complicarnos la existencia.

Me reincorporé, obligándonos a que el contacto de nuestros cuerpos desnudos se acabara, ella buscó su ropa mientras yo tomaba la mía y me vestía de manera rápida. Nuestros cuerpos estaban saciados y no había nada más que hacer ahí.

Little bit of EveryoneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora