Se veía el cuerpo en el espejo del baño, tenia moretones en el vientre. Al menos esta vez no en los brazos. Las lágrimas le corrían hasta la barbilla, tenia la respiración entrecortada.
Apretaba los puños encajandose las uñas en las palmas. Se sentó en el tapete, con las piernas apoyadas en el pecho y la cabeza sobre las rodillas.
Entró a la regadera y sus lágrimas se confundieron con el agua. Se cubrió los oídos con las manos y prestó atención a lo que escuchaba, cada gota haciendo eco sobre su cuerpo, el agua hirviendo sobre ella.
Odiaba a su padre, odiaba a su madre por haberla dejado con el. Odiaba su vida. Y el llanto no cesaba.
Escuchó sonar a nos lejos su celular, se envolvió en una toalla y contestó, era su madre.
-¿Si?
-Hola, hija, te llamé varias veces y no contestaste ¿Donde estabas?- en la golpiza de mi vida respondió ella mentalmente.
-Estaba en la ducha y no escuche el celular- dijo con la voz ronca por el llanto.
-¿Estas llorando?- preguntó su madre.
-No, estoy algo enferma, ¿A que hora pasas por mi?
-Lo lamento Taylor, pero no podré, los niños tienen un partido de fútbol, ¿Cuando será el próximo?- Hace casi un mes que no veía a su madre, era el primer concierto del año y no iría nadie con ella.
-No te preocupes, llevaré a papa.- dicho esto termino la llamada.
Iría sola, su padre nunca la acompañaría. Debía dejar la cena hecha.
-Es temprano para la cena. ¿No crees?- dijo su padre.
-Cenaras solo. A la hora que quieras- dijo ella con indiferencia limpiando todo.
-¿Solo? Son solo las 06:00, para cuando tenga hambre todo estará frío.
-Pues lo pones en el microondas. Creo que sabes hacerlo.- dijo ella.
-¿Microondas? Sabes que odio eso.-¡Entonces enciendes el horno!- comenzó a gritar, ella siempre hacia todo y el ¿No podía comer solo?
Tomó su violín y salió de la casa pensando en que algún día ella se iría de allí y si no lo hacia tendría que matar a su padre, no iba a soportarlo toda la vida.
Subió al metro pensando en cual sería la mejor forma de matarlo o cual sería el mejor accidente. La idea de que muriera quemado la hizo sonreír, aun tenía las dos marcas del cigarrillo en la cintura.
El concierto había salido bien. Las personas aplaudían entusiasmadas.
Al terminar miró su celular, ocho llamadas perdidas, dos desconocidas y el resto de su madre. Probablemente para disculparse por faltar, siempre hacía eso.
Con pasos lentos llego hasta la estación del metro. Tomó lugar en una ventana escuchando musica con los audífonos puestos. Cuando despertó, su parada había quedado una estación atrás, tuvo que bajar y tomar el metro de regreso. Tiempo perdido. Eso era bueno, con suerte cuando llegara a casa su padre ya estaría dormido.
De nuevo llamadas, no respondió, no quería la lastima de su madre. No ahora.
Después del metro debía caminar por 20 minutos mas.
Estaba a dos cuadras de su casa cuando percibió el intenso olor a humo. No le tomó importancia y continúo con su paso lento.
Desde la esquina vio su casa, o al menos lo que quedaba de ella. Había llamas pequeñas que los bomberos apagaban.
Volvió a sonar el tono de su celular.
-Taylor, gracias a Dios, ¿Donde estas?- decía su madre con desesperación. Taylor ya la podía ver, estaba parada al lado de policías con el teléfono en la mano. Ella no respondió, apresuró el paso hasta llegar hasta donde su madre podía verla.
La abrazó con fuerza y ella estaba confundida no se dio cuenta pero estaba llorando y su madre hablaba.
-...No te preocupes hija, vivirás conmigo.- es lo único que escuchó.
Pasando las hora fue comprendiendo todo lo que no escuchó. Su padre ya no estaba. Había muerto. Quemado. No mas golpes.
La explicación de los bomberos había sido: Cigarro. Aceite de Cocina. Horno encendido.
¿Lo maté yo? se preguntaba ella. Si me hubiese quedado en casa no habría muerto. Al menos no ahora, no hoy.
Su madre le asigno una habitación con posters de autos y chicas. Sobre una silla puso un vestido negro que no era de ella, acompañado de unos botines.
Se recostó en la cama y miró el techo. Dios, extrañaba su habitación, esta era horrible y olía asqueroso.
El funeral había pasado mas rápido de lo esperado. Parada frente al ataúd sellado donde se encontraban los restos calcinados de su padre pensaba en lo que sería de su vida ahora.
No entendía mucho, era como si no estuviese presente, como si no fuera ella. Palabras de muchas personas todas mirándola con lastima. Dio un suspiró y una única lágrima escurrió por su mejilla. Una lágrima de alivio y libertad, casi de felicidad.
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Voces De Una Mente Perdida
HorrorElla es una joven, a la que su padre maltrataba mucho. Cuando el muere en un accidente misterioso primero se siente aliviada, pero con el tiempo empieza a sentirse rara, se siente cansada, le duele el cuerpo imagina cosas, duerme demasiado entre otr...