Después de aquel fastidioso y aburrido funeral, Taylor dedico todo el día a arreglar aquel basurero que le habían dado por habitación. Ya era de noche y ella seguía limpiando, al terminar se acostó en la cama, con los audífonos puestos recordaba ese momento de alegría al ver su casa con humo por todos lados y una pequeña sonrisa le brotó.
Al día siguiente se despertó tarde, apenas había podido dormir. Era lunes día de clases.
Tomó su violín y salió camino a la escuela.
-!Ya me voy mamá¡- exclamó cuando bajaba las escaleras.
-¡Esta bien! ¡Ten cuidado!- respondió su madre.
Al llegar a la escuela su pequeño grupo social la estaba esperando en la entrada.
-¡Oye Taylor! ¡Por aquí!- gritaron sus amigos.
-Hmm... ¿Qué querrán ahora?- dijo en un susurro apenas audible para ella y caminando sin ganas llegó hasta ellos.
-Taylor ¿Me pasas los apuntes de la primera hora?- esto me gano por siempre regalar mis apuntes... Lo pensó un poco no, no esta vez.
-Hmm...- Taylor los miro con cara de desagrado y se fue caminando a su aula.
-¡Oye! Maldita tonta...- sus "amigos" se la pasaron hablando a sus espaldas como siempre.
Caminando por los pasillos la gente la miraba, nunca había sido popular, al menos no demasiado. Lástima en los ojos de alumnos y profesores. Todos sabían lo del accidente.
Después de caminar con incomodidad llegó hasta su clase, Taylor se sentó atrás viendo por la ventana e imaginando que pasaría si estuviera en otros lugares. Así pasó el resto den día, al sonar la campana salió con paso rápido hasta llegar a su casa. Entro a su habitación, se sentía cansada, los hombros le pesaban, la cabeza le dolía un poco y su respiración estaba agitada.
La habitación prácticamente sin luz gracias a las gruesas cortinas, el olor era raro, olía a frío. ¿Frío? ¿Desde cuando el frío es un olor? Se preguntó Taylor, se acostó en la cama y se puso los audífonos, cerró los ojos.
Un sonido mas fuerte que la música hizo que se pusiera alerta, levantó un poco la cabeza y miró como la puerta del baño se movía lentamente, rechinaba un poco, se quitó un auricular y abrió bien los ojos con el ceño fruncido y las manos sudorosas.
Cuándo la puerta se abrió por completo se dejó ver una silueta alta, después pudo mirar el rostro, un chico rubio con cosas en las manos. Max, el medio hermano de Taylor.
-¿¡Que rayos haces aquí!?- dijo ella con tono acelerado. El chico dio un salto y se le cayeron las cosas de las manos. Max debería ser uno o dos años menor que Taylor.
-Perdón, creí que no estabas, debía terminar de sacar mis cosas de la habitación, y tardé demasiado, no quería que te dieras cuenta así que esperé a que durmieras... Creí que estabas durmiendo.- decía el chico trabándose al hablar, estaba nervioso levantando las cosas del piso.
-Esta bien, solo no no vuelvas a hacer. No vuelvas a entrar aquí sin mi autorización.- dijo Taylor, con voz tranquila.
-No lo haré. Puedes continuar durmiendo- dijo el acercándose a la salida. Pero se detuvo un paso antes de la puerta. -Taylor, ¿Puedo decirte así?
-Es mi nombre, claro que puedes decirme así.
-Se lo que te ocurrió, lo lamento mucho, mi madre también murió y lo superé, tal vez es difícil pero...- Taylor lo miraba con una expresión que el no podía entender.
-Detente- lo interrumpió ella -No necesito esto, no quiero tu lastima, compasión o lo que sea. Tu no me conoces, tu y yo no nos parecemos en nada. Entiendo que quieras ayudarme, así es mi madre, quiere solucionar todo, pero es imposible... Dile a ella que no tengo hambre...- tragó saliva silenciosamente -solo si pregunta.- el chico asintió y abrió la puerta dejando que una línea de luz le diera en la cara a Taylor, su cabello lucía un poco rojo y su piel totalmente pálida.
-Solo quería decirte que estoy aquí para ti, si necesitas algo.- la actitud de Max era intolerable para Taylor quien se puso los auriculares de nuevo y se tiró en la cama, Max cerró la puerta y la dejo sola hundida en su tranquila soledad.
El cansancio hizo que rápidamente sus ojos se cerraran, aún con la musica en sus oídos los sueños comenzaron a acumularse en su cabeza.
Sentía la suave brisa de la costa en su cuerpo, la arena en sus pies y los rayos del sol en su piel, miró una silueta a lo lejos, le saludó con la mano y ella correspondió, estaba a punto de caminar hasta la figura cuando escucho una voz escalofriante y muy conocida.
La voz de su padre gritando su nombre, ella intentó acelerar el paso pero no podía caminar, se quedó en ese mismo lugar lo que pareció una eternidad de tiempo, hasta que sintió la respiración de su padre justo en la nuca, la piel se le erizó, las lágrimas comenzaron a brotar con lentitud de sus ojos hasta las mejillas, podía oler el humo del cigarro impregnado en su ropa.
De un momento a otro sintió las manos de su padre presionado su cuello con fuerza. El aire ya no llegaba a sus pulmones.
Abrió los ojos aliviada de que el sueño hubiese terminado, pero eso no duró mucho, pues a pesar de estar despierta y consciente seguía sintiendo una caliente respiración en la nuca, el miedo le recorría las venas. Se quedó inmóvil uno segundos, podía escuchar la respiración del hombre tras de ella. Y entonces en un movimiento rápido se giró para encontrar a nadie ni a nada.
La puerta de su habitación se abrió dejando entrar luz y realidad, tenía la cara húmeda, las lágrimas continuaban. Estaba desorientada mirando un punto fijo en el que no había nada. Su madre entro a la habitación y abrazó a Taylor.
-¿Que pasa hija?- preguntó su madre mientras Taylor lloraba descontrolada.
-Mi padre. Mi padre. ¿Porque está en mis sueños?- repetía Taylor entre lágrimas y sollozos, pero no de tristeza, de miedo de que esto solo fuese un sueño y al despertar tendría que regresar a la vida que tenía apenas hace unos días.
Tenía miedo. Se aferró a su madre y lloró hasta que el olor a perfume costoso de su madre acabo con el olor a tabaco que percibía desde que era niña.
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Voces De Una Mente Perdida
TerrorElla es una joven, a la que su padre maltrataba mucho. Cuando el muere en un accidente misterioso primero se siente aliviada, pero con el tiempo empieza a sentirse rara, se siente cansada, le duele el cuerpo imagina cosas, duerme demasiado entre otr...