Las cosas iban de mal en peor. Después de la noticia de Rhys, todo se había salido de control. Literalmente, casi morí después de una especie de ataque epiléptico. La verdad, no era capaz de recordar el nombre clínico que le habían dado los doctores, pero poco me importaba. El núcleo era que la noticia me había impactado tanto, que casi había muerto después de oírla.
El horario de visita aun no comenzaba y yo tenía que continuar en observación. Me obligaron a permanecer en la camilla por más que les dije de mil formas que quería largarme. Rhys y James se encargaron de tranquilizarme antes de irse ayer, o eso creyeron ellos. No conseguía cerrar los ojos para dormir ni una sola maldita vez. Mis padres y Elena consumían toda mi energía.
Mis padres, por un lado, mintiéndome u odiándome por lo que yo era. Me debían una explicación, pero yo también les debía una a ellos. En el fondo, temía que no quisieran saber nada más de mí, pero ellos habían asesinado a alguien, así que técnicamente nos encontrábamos en igualdad de condiciones. O casi.
Por el otro lado, estaba Elena. Esa perra. Todo este tiempo había estado al tanto de lo que había sucedido. Tendría que darme muchas explicaciones, solo de pensarlo me inundaba la ira. No lo podía creer. Seguía reprochándome a mí misma el haber sido tan ciega. Bueno, no les decían los "Invisibles" precisamente por estar a la vista a plena luz del día. Mi fallo tenía excusa, pero seguía siendo un fallo. Yo estaba indignada, pero no podía dejar de pensar en Hailey. Elena era su mejor amiga y le había mentido, aunque quizás ella era parte de toda esa maraña de mentiras. Sacudí mi cabeza hacia los lados. No. Si hubiera sido así, Rhys me lo hubiera dicho.
La voz de Emma no dejaba de reproducirse en mi mente. La recordaba como un sueño. Debí haberle hecho caso, pero confié en todas las personas que se cruzaron en mi camino como una verdadera estúpida.
Un recuerdo de la noche anterior me llegó de golpe. Damon. Su cuerpo no estaba. Cuando pasamos por aquel pasillo para escapar, su cuerpo ya no estaba allí. Incluso si hubiera logrado arrastrarse hacia algún lugar mientras nosotros luchábamos por nuestras vidas, incluso así, no hubiera podido llegar tan lejos sin ayuda. Esa era otra explicación que Elena tendría que darme
La puerta de la habitación se abrió. No pude retener o evitar el respingo que di. Me dolió hasta lo profundo de mi alma. Estar en esa camilla era una mierda. Rhys entró a la habitación con ropa limpia y el cabello brillante y oscuro como la noche. Traía un pequeño ramo de flores entre los dedos de su mano izquierda. Intenté no reírme y mantener la seriedad necesaria para no incomodar uno de sus primeros actos románticos hacia mí. Carraspeé un poco para aclarar mi garganta.
—¿Esas flores son para mí?
Él soltó una pequeña risa. Lucía agotado. Dejó el ramo de flores sobre el sofá mientras me daba la espalda. Alcé una ceja. Por supuesto que no era para mí. Qué estúpida. Era Rhys Lagerfeld de quién estábamos hablando. Se cortaría un dedo antes de ser romántico por nada.
—No, son para la linda enfermera que ha tenido que aguantar tus gases involuntarios.
Rodé los ojos.
—Eres un... —apreté los labios con los ojos cerrados y alcé las cejas tratando de reprimir el enorme impulso de estrangularlo con mis propias manos— cabrón. Lárgate.
La forma en la que me miró me preocupó. Siempre me miraba así cuando había malas noticias y él no sabía cómo decírmelas ni por dónde empezar.
—Tengo algo que decirte.
—Otra vez no, por favor. —me apresuré a responder.
—Elena desapareció. —soltó de golpe después de tomar una profunda bocanada de aire.
ESTÁS LEYENDO
Love Can Kill (Between Loves Parte 2)
Teen FictionMientras Peyton hacía todo lo posible por descubrir cada pieza oculta del infinito rompecabezas que los Invisibles habían creado, Rhys trataba de llegar hasta el fondo de la verdadera causa de la muerte de sus padres. Dos corazones rotos por la pér...