Noto la espuma helada de las olas que rompen cercanas a la orilla acariciando mis pies descalzos, pequeños y agrietados, destrozados por mi indiferencia frente los agudos pinchazos de las piedras rocosas de la arena, y que solo duelen una vez pasado el tiempo. Levanto la vista poco a poco, hacia mis piernas bronceadas por el sol, algo fuertes, quizá, de tanto huir de mis adversidades y pasear entre las dudas que rebosan de mi mente desordenada.
Miro después un poco más allá, hasta ver mis propios ojos reflejados en el agua cristalina, ahora en calma, en espera. Oscuros, del color de las hojas secas que caen de los árboles en octubre, cuando llueven las primeras lágrimas de otoño y se oscurecen todavía más. Pero me gustan, me gusta ese color. Es similar al de mis cabellos, que caen en largos tirabuzones y mechones ondulados por encima de mis hombros, también bronceados, hasta la mitad de mi espalda. Aunque en ellos la luz se refleja aclarando algunos de mis rizos, haciéndolos más parecidos, tal vez, al chocolate con avellanas.
Observo mi nariz de rasgos ligeramente pronunciados, y mis suaves labios rosados curvados en una tímida sonrisa que esconde un mar de inseguridad. Sonrío, aún así, pues a pesar de todo, siempre guardo en mi corazón un pétalo de esperanza que perdura, aunque a veces, dudo si es para virtud o desgracia.
Avanzo un paso lento, seguido de otro, y otro más, y me sumerjo hasta el fondo en las aguas, gélidas todavía, de este océano de indiferencia, que me ayudan a evadirme del mundo, y de mí misma. Para tratar, como siempre, de huir.
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Relatos de Sol Para Tardes Lluviosas.
Short StoryCada historia, como cada vida, tiene su pequeño mundo en su interior. Es cosa de cada cual, descubrirlo. Relatos para el concurso AnBi. [Portada en proceso :)]
