1.-Cita

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Conocí a Sabanah en uno de los congresos de literatura que teníamos en nuestra pequeña ciudad, esos que duraban días. No fue amor a primera vista, siquiera nos hacíamos en el mundo el uno y el otro, aunque nos mirábamos en los pasillos del salón de eventos y esos cruces de ojos hubieran sido calor desde los primeros -al principio habían sido simples curiosidades, como cuando caminando por la ciudad te encuentras con una persona bonita, te atrae, se miran, se sonríen y allí queda todo-, fue hasta el último día en que nos comenzamos a gustar realmente.

Ese día llego tarde al igual que yo, con ojos llorosos, sonrisa fingida y con un nuevo accesorio en su mano: un pañuelo con el que trataba de cubrirse la boca al toser. Lucia espléndida, fuera lo que fuera, para mi.

El guardia de seguridad parecía haber conspirado en nuestro encuentro. Nos dijo que eran pasadas de las 3 de la tarde y que no se daría el lujo de interrumpir a los exponentes con el chirriante sonido de la puerta. Nos dimos la vuelta y nos despidió con una cara de tristeza.

En silencio y casi derrotados, salimos. Se sentó en las escaleras a la entrada principal y yo la seguí.

-¿Puedo?-pregunté señalando un escalón por arriba de ella, y a su derecha.

-¿Porque no?-me contesto distraída cubriéndose para evitar que algo saliera de su boca.

-¡Tenemos muy mala suerte!-le dije soltando un suspiro exagerado.

-Si eso creo-me dijo casi fría.

-Solo una pregunta-dije repentinamente-¿que es lo que harás ahora?

-Esperar hasta que mi padre regrese por mi-contesto ella con voz aburrida.

-¿Lo llamaras ya?-le pregunte viendo a su mano, por si de repente sacaba de su bolso un teléfono celular.

-Ohh, desde luego, lo llamare por telepatía-dijo riendo.

-¿Entonces?-le dije sonriendo.

-Esperare hasta que sea la hora de que me recoja. Mi padre es muy...conservador y no me deja tener celular-dijo simplemente.

-Perdona, ¿cuantos años tienes?- le pregunte riendo.

-Los suficientes-dijo intentando no parecer avergonzada.

-Ohh eso parece. Me supongo que...

-¿Por que me estas hablando?-me dijo casi salvaje volteando su cara hacia mi agrandando sus ojos color miel.

Hubo un pequeño cambio de ambiente y por unos segundos todo se volvió tenso. Aunque ciertamente lo pude arreglar muy rápido, o eso creía.

-Bueno es que...estar en el congreso era todo lo que iba a hacer esta tarde y creo que cualquier cosa que hiciera ahora...que no sea conocer a alguien interesante como tu, me resultaría muy aburrido-le dije contando las silabas, dando la sensación de que cada palabra me la sacaba de la manga.

Después de una de sus toses leves, comenzó a reír.

-Me han convencido más las excusas y mentiras de mi hermano de 5 años que la tontería que me acabas de decir.

-Bueno, te mentí, si. Pero solo en una cosa, yo nunca me aburro: tengo algunas cosas (pocas) por hacer, pero por pensar un poco mas. Y te digo que lo del congreso y lo de conocer alguien interesante como tu, es una completa verdad-le dije mientras fingía que veía los carros que pasaban de ves en cuando, aunque en realidad por el rabillo del ojo miraba los hoyuelos que se le formaban en sus muecas.

-Cosas, por hacer, cosas por pensar. Adivinare: autos, chicas sensuales, videojuegos, armas, fiestas, alcohol, marihuana, ligar chicas solo porque si-dijo poniéndole más sonido a las últimas palabras.

CampiranaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora