Traté de domar mi pelo con un poco de gomina. Quería que pareciese despeinado, nada engominado de los años de mi abuela. Me puse una camiseta negra, unos vaqueros, mis converse rojas y me metí en mi pequeño Peugeot rumbo a mi primer trabajo.
Cuando llegué ví que era una pequeña biblioteca con libros de los que nunca había oído hablar. Entré. Ví que era bastante pequeña y que en el mostrador ponía algo sobre libros a domicilio. Qué extraño. Golpeé sin querer una estatua de un pájaro, y gracias a una chica pelirroja que había detrás, no se rompió en mil pedazos.
- Lo siento mucho. - dije.
- No pasa ni media. Siempre se tropiezan con esto, pero Madame no me hace ni caso cuando le digo que hay que guardarlo. - me dice, alegre.
'¿Quién es Madame?' me pregunto. Supongo que será la dueña del local.
- Madame es mi jefa. Y si vienes por el trabajo, también será la tuya. - me responde, y me doy cuenta de que la pregunta la dije en voz alta. - Por cierto, soy Summer. - me tiende la mano.
- David. - digo, y le estrecho la mano. Noto que la tiene fría.
Me lanza una gran sonrisa y llama a la tal Madame esa. Detrás del pasillo que está al lado del mostrador aparece una anciana bajita y regordeta, con la piel rosada y con unas gafas demasiado pequeñas. Tiene el pelo muy blanco y corto. El típico corte de pelo.
Me gustaría saber a que edad se ponen de acuerdo las señoras mayores para tener el mismo peinado. Saludo a la señora con una sonrisa. No suelo sonreír, pero esa señora me inspira confianza. Como si fuera mi abuela.
- Hola. Me llamo Victoria, pero preferiría que me llamases Madame. - me dice la señora, feliz.
Parece la madre de la chica pelirroja. Las dos son muy alegres y llevan gafas. Pero la chica que dice llamarse Summer está mucho más guapa con gafas que la anciana.
Pero no debería decir eso de una compañera de trabajo. Y menos si mi jefa es su madre.
- Tu repartirás los libros. ¿Vale? De vez en cuando Summer, mi hija, te acompañará. - me dice.
Y yo asiento. Vaya, así que si es su madre. Observo mejor a la chica. Es delgada. Tiene el pelo largo y lleva una camiseta de color blanco con unos vaqueros y unas botas que parecen Dr. Martens. Sería guay que lo fueran. Le dejo a la mujer mi currículum, pero hace un gesto como que no lo quiere. Menuda sorpresa.
Madame se acerca a mí y me susurra:
- No le hagas daño. - y mira a su hija.
Creo que no lo ha dicho como una amenaza. Más bien lo ha dicho como una súplica amable. Yo niego con la cabeza y me voy. Me despido de la chica con un movimiento de cabeza. Ella se pone encima una sudadera gris y corre al lado de mí.
- Me voy contigo, ¿vale? - me dice, como siempre, alegre.
- Vale.
No estoy muy acostumbrado a que la gente quiera tratar conmigo. Normalmente ni se molestan en hablarme, pero ellas parecen unas buenas personas.
- ¿Porqué elegiste trabajar en una biblioteca? - me pregunta, mirándome a la cara. Veo que tiene unos ojos verdes muy bonitos, muy grandes y que sus mejillas están rosadas.
- Me gusta leer. Supongo. - digo. La verdad es que no sabía muy bien porqué había escogido ese trabajo. Aunque si que me gustaba leer.
- Vale. ¿Te vas a ir en coche? Bueno, adiós. - me dice, agitando la mano y corriendo hacía la calle derecha. Yo me meto en el parking y me voy rumbo a mi casa otra vez.
Veo que son las ocho y media cuando llego. Me preparo una ensalada y miro mi correo. Mañana es lunes y Madame me ha enviado un correo diciendo que tengo que ir a las nueve y media de la mañana. Me sorprende que Madame me haya enviado un correo electrónico. Parece tan tradicional. Es de esas que parece que si les dices algo como 'Internet' o 'Ordenador' te iban a preguntar que qué era eso. Pero me alegro de que no sea así.
Apago el ordenador y me enfundo en las sábanas de mi cama. Me duermo rápido. Estaba muy cansado. Buenas noches.
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Baby, can you see trough tears?
Teen FictionSummer es una chica divertida, sarcástica y que por dentro no es feliz, a pesar de que siempre tiene una sonrisa en la cara. David acaba de empezar su primer trabajo y es vecino de Summer. Trabaja repartiendo libros en una librería que entrega los l...