✎ Una serie de desapariciones han ocurrido por lo largo del país, aunque pocas personas se han percatado de esto.
✎ Todo cambia un 15 de Septiembre, cuando el cadáver de una joven de 16 años es hallado en los baños del Instituto "Owari no Seraph"...
— Eso oí, señor inspector. Creí que era la señora de limpieza viendo sus novelas en medio del trabajo... Así que decidí no interrumpir. Jamás pensé que sería un asesinato — Comentó la pelirroja, desviando su mirada.
— ¿Seguro que sólo eso? — Preguntó el señor de cabellera negra.
La muchacha asintió con la cabeza.
— Gracias por la información, nos será útil. Puede retirarse, señorita Endo — Anunció, señalando la puerta.
— No fue nada, gracias a usted, Ichinose-san — Hizo una reverencia y se marchó de la sala de interrogación.
— ¿Algo nuevo? — Cuestionó una pelirrosa, entrando al cuarto.
— Nada — Respondió Ichinose, dando un suspiro.
— Esto está mal... ¡No quiero que mi Academia sea conocida por una muerte! ¡Menos que sea la muerte de la hija de uno de mis más importantes socios! — Se quejó, parecía un animal salvaje.
— Lo sé, lo sé. Además, tampoco quiero desaprovechar tan buena paga — En sus ojos se veía la clara avaricia.
— Tú y tu obsesión por el dinero — Manifestó, la otra, su disgusto.
— Bien, ¿me dejas seguir investigando? — Consultó, desinteresado en las palabras de la contraria.
— Claro, claro. Ahora el "mejor detective" viene trabajar — Mencionó Tepes, con un tono burlón.
La dama se retiró también.
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Un grupo de estudiantes se hallaban en la entrada, pues con la investigación en proceso no les era permitido entrar al establecimiento.
— ¿Es... una broma pesada? — Yuichiro dejó caerse sobre el duro suelo.
— Algo así no puede ser broma, Yuu-chan — Pronunció Mikaela, estando al lado del azabache.
— Me temo que no es una broma... Shinoa realmente murió... — Murmuró Makoto.
Unas lágrimas cayeron por las mejillas de la rubia.
— N-no se depriman... ¡T-todo estará bien! — Sugirió un nervioso Yoichi.
— Dudo que por decir eso Shinoa volverá a estar viva — Respondió Kimizuki, sin darle importancia.
— Kimizuki tiene razón — Esta vez habló Yuichiro.
— ¡Yuu-kun! ¡Kimizuki-kun! Sólo quiero que Mitsuba-san no llore... — Contestó el castaño, bajando su mirada.
— Estos niños... — Pronunciaron Makoto y Mikaela al unísono.
