II

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Han pasado dos días que llegué aquí. No me siento del todo cómoda pero supongo que con el tiempo pasará, eso espero.
Tengo la suerte de tener un padre que separa el trabajo de la familia, me di cuenta que si no le pregunto sobre su vida laboral ni siquiera lo nombra cuando hablamos, es bastante gentil y protector, aún no le encuentro defectos pero... Seguro lo tiene, ¿quién no?

[...]

- Oye, esta bien - miro sus ojos compasivos - puedes contarme cielo... - su mano acaricia mi espalda tranquilizandome.
- Es que... Estaba, estaba organizando mis cosas cuando - lucho por no despabilar - cayó de una de las cajas una foto de mi mamá y yo, solo eso - asiento tratando de brindarle calma - recordaba papá, me trajo nostalgia, solo lloré un poco - me seco las lágrimas despacio - pero estoy bien - medio sonrío
- Okey, sabes... Me gusta que me cuentes tus cosas cariño, puedes contar conmigo - me abraza y siento un nudo en la garganta. A mamá le encantaría ver lo bien que me llevo con papá - no llores más, ¿si? - se separa y me mira fijamente, asiento - ¿que quieres hacer?
- Tal vez dormir un rato -
- Esta bien, cualquier cosa me llamas. ¿Ok? - se para no sin antes darme un beso en la mejilla.
- Ok -
- Que descanses... - se dirige hacia la puerta.
- Que descanses pá - sonríe por última vez y cierra la puerta.
Recuesto mi cabeza en la almohada, suspiro. Me acomodo de lado y apagó la lámpara, quedando totalmente a obscuras. Cierro los ojos tratando de encontrar armonía en mí, comienzo a sentir los efectos del sueño, paz.

"Edificios, edificios y más edificios. La calle está vacía, húmeda, con poca iluminación. A simple vista esto es aterrador, debería de tener miedo más... No siento nada. Mis pasos retumban por todo el espacio, esta calle no tiene final, no alcanzo a ver el final, ¿qué ocurre?, sigo caminando a pesar de no tener objetivo, sin rumbo alguno.
De pronto, todo me parece familiar, las casas, las veredas, los coches. Esta es mi calle, la que me lleva a casa...
Cosas pequeñas comienzan a caer del cielo, miro hacia arriba sin entender que son, parece llovizna más no me mojan. Tiendo mi maño y dejó que caigan algunas, la acercó hacia mí, tiemblo. Son cenizas, está cayendo ceniza. Miro atónita mi mano llena de ello.
Un sonido ensordecedor se hace presente, miro a mi alrededor y al segundo me doy cuenta que estoy en frente de mi antiguo hogar. Grito con todas mis fuerzas, siento lágrimas correr por toda mi cara.
Mi hogar está allí, en frente mío, envuelto en llamas, policías y bomberos luchan contra toda esta llamarada pero todo lo que hacen es inútil. Su trabajo no sirve, no lograron rescatar a la única persona que estaba allí, no sirve de nada que sigan intentando.
Mis rodillas tocan el suelo mojado de la calle, lloro desconsoladamente, miro a mi alrededor, los vecinos inspeccionan atónitos mi casa, Selly la amiga de mamá llora, no para de mirar a todos lados tratando de encontrar la cara de su querida media hermana, más sólo decepción recorre por su rostro.
Miro mis manos y encuentro sangre ¿qué?. Pero, ¿qué demonios?.
- ¿Por qué lo hiciste Katty? - me giro rápidamente.
- Mamá - apenas logró susurrar. Está en frente mío, su cuerpo está tan iluminado que parece que miles de reflectores la apuntan - Mamá - vuelvo a decir parandome, sollozo, es su alma.
- ¿Qué hice mal Katty?-
- ¿De que hablas mamá? - me acerco a ella, me seco las lágrimas que derramo, me asusto al notar que sigo teniendo sangre en las manos.
- ¿Por qué dijiste que me odiabas cariño? - su voz salió rota. Vuelvo mi vista a ella, está llorando. Todo mi sistema se tambalea, siento cómo mi corazón se rompe en mi interior.
- No mamá - susurro apenas.
- ¿Por qué? Katty ¿Por qué lo dijiste? - más lágrimas se escapan de mi, se nubla mi vista de tanta agua que fluye de mis ojos, no aguanto más y me lanzo a ella para intentar abrazarla pero, desaparece - Te di tantas cosas, pero nada fue suficiente ¿verdad? - me giro y la encuentro a unos metros de mí.
- ¡No, no, no, no! Lo siento mamá, lo siento - apenas digo entre sollosos.
- Ya es tarde hija -.
- ¡Mamá yo te amo! - me dejo caer al suelo, sollozando.
- Ya es tarde - la miro, su rostro empieza a desvanecerse.
- No - susurro - No, mamá no - trato de gritar pero no puedo, trato de moverme más siento como diez mil kilos sobre mis piernas - yo te amo - "

Levanto mi cuerpo de la cama despertando. Tuve una pesadilla, una muy horrible. Undo mi cara en la almohada y comienzo a llorar sacando todo lo que tengo dentro, dolor. Me tapo completamente y sólo dejó salir todo. Varios "te amo mamá" salen de mi boca, pero ya de nada sirve porque ella no está aquí, "las palabras se las lleva el viento, cariño"

-Bata por favor, basta - introduzco mis uñas en la suave almohada que ahora es mi bolsa de boxeo.

Los minutos pasan y con ellos mis ganas de llorar. Ya no me queda lágrima por derramar, ya no me quedan momentos por recordar, ya no me quedan errores por lamentar.
Contemplo el techo de mi habitación, mi mente está en blanco ahora, tal vez necesito un poco de aire fresco.
Cierro los ojos unos segundo y me dispongo a salir de mi escondite acogedor, miro el reloj eléctrico que se encuentra arriba de la mesita de luz, las 5:00 am. Vaya, pasé como una hora llorando así que seguramente a las 4:00 am tuve esa... Pesadilla.
Me dirijo hacia el baño, el cual hace 1 día descubrí que lo tengo, al principio sólo pensé que era la puerta de un armario pero no, era un enorme baño con armario incluido, totalmente normal.
Habro el grifo de la ducha y convino el agua fría con la caliente así encuentro el punto medio tibio. Me desvisto y me adentro debajo del agua.
Enjuago mis cabellos y limpio mi cuerpo, dejó ir mis pensamientos. ¿Cómo sería ver el amanecer en Holmes? De verdad, necesito aire fresco, tal vez me escape sólo unas horas para recorrer la ciudad, no creo que papá se enoje y si lo hace, ¿qué más da?. Dejó caer un rato más el agua sobre mis hombros, disfrutando sentir mis músculos relajados hasta que por fin me siento satisfecha y cierro los grifos, envuelvo la toalla a mi alrededor y abro una puerta que se encuentra a un lado del mueble (que contiene toallas) y me introduzco en el armario. Tiene a ambos lados respectivos placard, es bastante espacioso. Cuento con un pequeño sofá, una mesita de madera y un espejo de cuerpo entero. Busco en los cajones mis clásicos jeans negros tiro alto, una camiseta básica que llega sólo hasta la cintura acentuando la forma del jean y encima de este un buso bastante gordito mandas largas gris que sólo llega hasta 4 dedos arriba de la cintura, tapando así la camiseta, seguro esta helando afuera, me coloco mis zapatillas blancas favoritas y suelto mi cabello aún mojado, busco un gorro de lana negro y lo coloco sobre mi cabeza, ni siquiera me molesto en peinarme. Salgo del armario, agarro dinero, mi celular y me dirijo a las escaleras.
En la cocina sujeto un papel y dejo una nota diciendo que fui a dar un paseo, espero que no haga escándalo mi papá cuando se entere.
Salgo por la puerta e inmediatamente el frío choca con mi cara, miro la hora en mi celular, las 5:50. Seguro dentro de poco amanecerá. Suspiro, acomodo mi gorro y comienzo a caminar hacia la derecha por la vereda.
Camino por varios minutos.
El dolor de cabeza es palpitante, trato de esquivar todo pensamiento que me derrumbe aquí mismo.
Aspiro todo el aire que puedo y lo suelto de golpe. El oxígeno frío de Holmes Chapel se apodera de mis pulmones y el nudo en mi garganta se desvanece un poco.

[...]

- Hola - se dirige a mí.
- Hola - digo casi inaudible.
No soporto su mirada tan densa, siento que perfora todo mi interior.
- ¿Te puedo ayudar en algo? - dice amable. Me obligo a verlo.
- Y-yo sólo... - mi voz sale un poco rara, casi no se escucha, carraspeo - sólo quería unas porciones de brownie - trato de parecer casual pero, Dios, qué fracaso.
- Okey, aguarda un momento - se da la vuelta. Me dedico un segundo a arreglar mi gorro y apartar mi cabello. - ¿Cuantas porciones quieres? - se da la vuelta, en sus manos tiene una pequeña caja de plástico donde supongo guardará las porciones.
- Dos, por favor - asiente y agarra la bandeja llena del postre delicioso, con una pinza sostiene dos y los guarda dentro del paquete.
- ¿Algo más? - se muerde su labio inferior cuando cierra la caja. Quedo sin habla. Agitó mi cabeza un poco y respondo.
- No, gracias - medio sonrío.
- De nada - me devuelve el gesto. Tiene oyuelos. Santo Dios. Cabello color caramelo, un poco largo con rulos, perfecto. Ya parezco una psicópata. - Pasa por allí para que te cobren - señala el final del mostrador donde se encuentra una señora.
- Ok, hasta luego - le digo agarrando la bolsa que me pasa. Nuestros dedos se rozan dándome un pequeño choque de electricidad.
- Hasta luego - sonríe. Sin más me dirijo al lugar antes mencionado. Una mujer de mediada edad me dedica una mirada y luego sonríe.
- Hola señorita -
- Hola - digo amable
- ¿Me permites? - dice haciendo un gesto queriendo agarrar mi bolsa.
- Si - digo algo extraña. Saca un papel de adentro.
- Son 10 dólares cariño - no me había dado cuenta que el chico puso la cuenta allí. Sacó el dinero del bolsillo y se lo entrego. - Ahí tienes tu vuelto - dice pasando me el resto de la plata junto con el paquete.
- Ok, gracias - saludo.
- De nada y hasta luego - me giro y me dirijo hacia la puerta de salida, no sin antes darle otro vistazo al joven apuesto. Me sorprendo al notar que también está viéndome, sonrío y miro mis pies, un leve rubor siento crecer en mis mejillas. Abro la puerta y salgo lejos de allí.

Dear Katty.|HSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora