Liberada

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Me arranqué el corazón por despecho.

Y jugué con él en mis manos,

mirando cómo daba sus últimos latidos muertos.


Arranqué mis cabellos por la desesperación que sentía,

y los dejé a mi vera,

como de oro una trenza.


Deshice mi piel a tiras,

pues ya no me dolía que esta se fuera;

el escozor que causaba latía, dulce, en mis venas.


Quité todos mis huesos,

cansada de sentirme pesada.

Cansada de ver que aunque no comía, estos aún estaban.


Mis ojos se deshicieron por las lágrimas,

y quedaron como dos gotas azules

manchando la cama.


Al final, solo quedó mi mente, corroída y maltratada.

Que dejó que sus penas se hundieran en la piel desgarrada, y la olvidaran.


Y solo quedó un pensamiento puro.

Quedó una idea, que volaba.

Fui todo lo que quería ser.

Un alma simple, liberada de su cuerpo que se deterioraba.

Versos de alguien rotoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora