Todo a su alrededor estaba destruido, los cadáveres se encontraban dispersos cada pocos pasos. Hombres, mujeres y niños que habían encontrado su fin bajo las garras de un demonio, mientras que las casas, derruidas,eran un simple amasijo de roca calcinada por el fuego infernal.
El ángel caminó con lentitud por aquel paraje, observando los rostros de los muertos, deformados en una mueca de horror como una macabra representación del final de sus vidas. Sintió su corazón partirse cuando vio el cuerpo de una madre que abrazaba a su bebé en un intento de protegerlo... intento vano, el pequeño había muerto al igual que ella.
Comenzó amoverse entre los escombros, oyendo crujir bajo sus pies los restos de madera y vidrio. El frufrú de su túnica parecía absolutamente fuera de lugar entre tanta desolación, él estaba fuera de lugar,tan blanco y puro entre el rojo de la sangre y el negro de las cenizas. Cuando de pronto, su vista se fijó en algo, algo que parecía tan fuera de lugar allí como él, entre los escombros,tumbada, como si fuera una princesa, una pequeña muñeca de porcelana, vestida con un delicado traje de tafetán y seda, con sus suaves rizos negros esparcidos por el suelo, esperaba, intacta, ajena a la masacre que la rodeaba.
Con cuidado,como si de un bebé se tratase, la tomó entre sus manos, apreciando su belleza, y la aproximó a su corazón.
Entonces lo oyó, una voz femenina, tan pura, tan dulce y tan perfecta que le sobrecogió, bañando de calidez todo el dolor que le había invadido ante la maldad de los demonios.
"Gracias"
El siervo de Yahvé tardó en percatarse que la voz que escuchaba no provenía sino de la figura que estrechaba entre sus brazos.
-Puedes hablar-murmuró el ángel, sorprendido, temiendo haberse encontrado con uno de los tantos artificios de los seres del infierno. Acarició con cautela los suaves bucles, y miró los ojos de cristal, sumergiéndose en un mar de aguas doradas.
-Sí-la vocecilla era débil y temblorosa- quien me creó lo hizo con tantísimo cariño, que su devoción le llevó a darme un alma y un corazón por los que sentir -hizo una breve pausa- Él...ya no está¿No? Nadie ha sobrevivido a esos monstruos -Las últimas palabras se quebraron en su garganta en un sollozo entrecortado.
El ángel, cuyo corazón era tan puro y noble, se enterneció y esbozó una sonrisa tranquilizadora.
-Tú ya no estás sola, no tienes nada que temer. Te protegeré y cuidaré de ti, te lo prometo
Estrechando la muñequita entre sus brazos, la llevó consigo, y en poco tiempo,aquel pequeño foco de vida que era ella, le robó el corazón,¡Curioso amor el de un ángel y una muñeca de porcelana! ¡Un amor tan frágil como la piel de ella, pero tan puro como el corazón de él! Siempre la llevaba oculta entre sus ropas, bien cerca del corazón, sujeta por cintas de seda, que la mantenían siempre en aquél abrazo reconfortante.
Pero el destino no quiso que esta historia acabase bien, pues en este mundo, ya no podía haber algo tan puro, la maldad y la oscuridad son más comunes que la esperanza y las cosas hermosas y el fin de este amor llegaría demasiado pronto.
La noche era oscura, la luna estaba teñida de sangre aquel día. En el horizonte,uno de tantos ejércitos de las criaturas de la sombra salía del abismo para enfrentarse a los seres de la luz. El ángel abrazó a su muñeca, y pudo sentir la caricia mental que ésta le ofrecía en respuesta, pero también pudo sentir su miedo, acarició sus rizos, besó su frente de porcelana, miró sus ojos de cristal, se embebió en su belleza, para después colocarla en su lugar habitual, cerca de su corazón y embrazar las armas. La lucha había de comenzar.
Bajo la luna de sangre, el fragor de la batalla, bajo el cielo aterciopelados, las alas de los ángeles que morían, los demonios que se deshacían encenizas en una batalla que parecía no tener fin, él luchaba con gran valor y aplomo, sintiéndose fuerte, enardecido por el amor,pero aquella no era una noche destinada a un final feliz.
Uno de aquellos demonios, especialmente hábil, realizó una floritura con su espada, los ojos rojos de aquel ser se clavaron en los del ángel mientras su armadura era rota en mil pedazos, y con ella, las cintas que mantenían a la muñeca unida a su cuerpo. No fue lo suficientemente rápido para apartarla de aquel ser y el demonio la cogió con una de sus garras.
-Vaya, vaya, vaya ¿Qué es lo que tenemos aquí?- Dijo aquel ser con su voz cavernosa y rasgada
-¡Dámela! –Chilló el ángel, desesperado,casi podía sentir las oleadas de miedo de su pequeña
-¿La quieres? –Preguntó aquel ser, soltando una risotada maléfica-despídete de ella, pajarito.-Y antes de que pudiese reaccionar,antes siquiera de que pudiera comprender lo que estaba ocurriendo, la pequeña muñeca de porcelana caía desde las garras de aquel ser,encontrándose con el frío y duro suelo, susurrando, como últimas palabras en la mente de su ángel un "Te amo".La porcelana estaba rota y él miraba aquel cuerpecillo, ahora descascarillado y deforme que yacía en el suelo. Sabía que estaba llorando, sabía que aquel demonio le estaba viendo llorar , pero no le importaba,ahora ella no estaba, nada importaba, nada salvo la venganza.
Ahora podía sentirlo, bocanadas de energía que le envolvían, se extendían por sus extremidades, inundándole de luz dorada por dentro, dorada, como sus ojos. Tembló, sintiendo un fuerte dolor en su espalda, cuatro enormes alas se unieron a las que él ya poseía, su espada se convirtió en una larga guadaña dorada y su aura creció hasta dañara todo aquel que se acercara. Su mente repetía un mantra de venganza, como una oración hacia Dios. Un Dios que en aquél momento ya no le importaba en absoluto.
"Quiero ver morir a los hijos de la noche"
El primero fue aquél que le arrebató a su amada, sintió como su sangre chorreaba por sus manos, y sonrió. Una sonrisa cruel, sádica y enfermiza. Sus movimientos eran rápidos, los demonios también pero él ya no sentía las flechas clavarse en sus alas y en su cuerpo, no sentía las espadas y lanzas atravesarle, no sentía su sangre salpicarlo todo, solamente mataba, solamente se convertía en lo último que veían aquellos seres antes de morir.
Hasta que no quedó ningún demonio al que matar.
La sangre,las cenizas, y los apéndices cercenados, sembraban el campo de batalla y él, ensangrentado y moribundo se arrastraba la zona donde su pequeña había encontrado el final.
Finalmente,llegó a su lado, abrazando los trozos de porcelana rota, mientras sentía como, a la par que la sangre escapaba de su cuerpo, su vida lo hacía con ella y las lágrimas escarlatas, bañaban el ahora roto, rostro de porcelana de su muñeca.
Se recostó en el suelo y la estrechó, y cuando el último suspiro escapó de su boca, le dedicó su último pensamiento.
"Te amaré, hasta el fin de los tiempos"
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Un paso más allá.
RandomUn paso más allá nunca sabes lo que puedes encontrar. A veces la distancia a otro mundo es tan corta que sólo tenemos que alargar la mano para encontrarnos con criaturas y paisajes increíbles. Os invito a dar un paso más, un paso con cada relato...