Tener miedo a fallar, de ser ignorado, de no significar nada para nadie, que tu persona más querida te ignore… Esos sentimientos me inundan pero jamás lo digo porque si lo dijese probablemente se burlarían de mi o me tendrían lastima y no quiero eso.
No quiero que me traten de niña, pero tampoco de alguien madura, siempre utilizo la ironía y el sarcasmo como acción a las palabras de afecto porque me da miedo que cuando sepan de mis sentimientos verdaderos, me tomen por idiota o me rechacen. Que te rechacen, eso es lo peor que te puede pasar, no tener a nadie contigo o junto a ti.
Sola, así es como estoy. Mis miedos me impiden avanzar pero no encuentro forma de dejarlos atrás. Solo encuentro el cariño que necesito en mis padres, pero a veces siento que no es suficiente. Es más, llegué a la conclusión de que si no tienes un rostro bonito, un buen físico, un apellido importante y una billetera repleta de dinero simplemente no eres nada.
Amigos Desconocidos.
Luego de los reiterados intentos de mis padres para ver mi pálido rostro accedí a salir de mi habitación para cenar junto a ellos, vivíamos en una casa espaciosa de una sola planta, mis padres Fausto Rossetti, y Augusta Izkow eran artesanos.
Me dispuse a levantarme de la cama y cerrar el libro que estaba leyendo, cuando me puse de pie alce la vista hacia la estantería repleta de libros con cubiertas desgastadas y maltratadas por el paso del tiempo, todos esos libros repletos de increíbles historias que te alejan por un momento de la realidad con mucha velocidad, alimentan tu espíritu, te hacen libre pero al mismo tiempo te aprisionan. Todos esos libros pertenecieron alguna vez a mi madre y luego pasaron a ser míos, es la única herencia que podre recibir según ella, puesto que somos una simple familia sin un gran capital.
Al salir de mi habitación me tope con unas voces desconocidas que venían desde el living, no quise acercarme ya que existían altas probabilidades de que mis padres intentasen sociabilizarme con aquellas personas y preferiría evitarlo, pero fue en vano mi madre me diviso cuando emprendía la huida hacia mi cuarto.
_ ¿A dónde vas?- Pregunto mi madre como si no lo supiese.
_ Pues al living no- conteste de forma abrupta.
_Tenemos visita, son unos viejos amigos que quieren verte.
_ ¿Otra vez metiendo hippies en la casa?-Cuando mis padres eran jóvenes, hace muchos años, tuvieron sus aventuras, fueron mochileros y a consecuencia de ello cada vez que al pueblo llega algún viajero mis padres lo invitan a casa.- Sabes, en las fotos soy más interesante, enséñales alguna y diles que me disculpen pero no me siento bien.
_No seas grosera, no son hippies es más te caerán súper- Aseguraba mi mamá con una sonrisa en su rostro mientras me llevaba a empujones hacia donde provenían las ahora sonoras carcajadas,
Entramos a la habitación y en ella encontré cuatro figuras, en uno de los pequeños sillones se encontraba mi papá quien se mostraba muy excitado y feliz por la compañía; en el sofá de color verde que contrastaba con las paredes blancas de la habitación se encontraban sentadas tres personas. Una mujer de cabellera rubia, el rostro redondo con unos impactantes y enormes ojos color verde, a su lado un señor que aparentaba tener su misma edad con el cabello castaño casi rojizo y un joven que no aparentaba pasar los 19 años con los mismos rasgos de esa hermosa mujer a excepción del cabello, el cual se asemejaba al hombre que calculo yo era su padre.
Al verme la mujer rubia esbozo una gran sonrisa, se acercó a mí y me estrujo entre sus brazos, situación incómoda para mí ya que siempre rehuí al contacto físico.
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Bienvenida a la adolescencia Sophie Rossetti.
Teen FictionTener miedo de fallar, de ser ignorado, de no significar nada para nadie, que tu persona más querida te ignore... Esos sentimientos me inundan pero jamás lo digo porque si lo dijese probablemente se burlarían de mi o me tendrían lastima y no quiero...