_No- Fue mi respuesta, corta y directa.
_ ¿Por qué eres tan egoísta? ¡No te educamos así!-gruñía mi papá
_Estoy en la etapa donde debo desarrollar mi carácter- respondí calmadamente mientras tomaba mi taza de té sentada frente a mi padre el cual se encontraba muy molesto por haberme negado a acompañarlo a llevar las artesanías a la casa de los Fox
_ ¿Sabes qué? Vendrás conmigo aunque no quieras.-Eso fue una orden.
_ Me niego- dije dejando mi taza sobre la mesa.
_ No me importa, es una orden o puedes olvidarte de tus libros- mi papá sonreía victorioso, sabía que mis libros eran sagrados para mí.
_ ¿Qué? ¿Papá porque no puedes ir tú solo? Me desagrada todo en la casa de Los Fox, empezando por sus inquilinos.
_A mí tampoco me agrada la idea de ir para allá pero son nuestros clientes y sus pedidos ya están listos solo nos queda entregárselos.
Hice puchero (cosa que no se me daba muy bien) en efecto no funciono. Mi padre me miro un momento, mi expresión le dio gracia, se levanto de la mesa y se fue al auto haciéndome señas con la cabeza para que lo siguiera. Bufé, pero como no me hizo caso avance tras él, y me senté en el asiento del copiloto. Puso el auto en marcha y nos dijimos hacia el serpentario, digo la casa de los Fox.
Solo ver a Hannah me causaba nauseas, ella es la típica niña rica y malcriada que abusa del poder que imparten sus padres por ser dueños de una abundante fortuna, es una fresa.
Y yo bueno, como ya explique antes siempre soy la victima de sus burlas.
Primero pasamos por la tienda donde papá recogió las cajas repletas de artesanías, la tienda de mis padres era amplia estaba llena de sus creaciones e inclusive en las paredes se encontraban colgados algunos de mis más preciados bocetos.
Las ventanas del coche estaban bajas por lo que pude escuchar la voz de una mujer:
_ ¿Fausto? ¿Eres tú?- la mujer se acercaba cada vez más a mi padre.
Al escuchar su nombre mi papá alzo la vista y se encontró con la mirada de aquella mujer.
_El mismísimo.- explico mi progenitor sonriendo.
_ ¿Te acuerdas de mí?- preguntó la mujer de cabello castaño oscuro.
_Hmm… Liza ¿Verdad?- contesto.
_Si-la sonrisa de la castaña se ensancho, hasta que me vio bajar del auto.
La observe medio minuto y decidí terminar lo que parecía ser una ilusión que ella tenía de mi padre.
_Papi ¿Nos vamos ya? Mami nos espera en casa con el almuerzo- dije con la voz más melosa y tierna posible para mí.
Mi padre me miro completamente extrañado supuse yo que porque en primer lugar; yo no le decía papi, siempre desde que tengo memoria le he dicho papá. Y en segundo lugar; mamá jamás prepara el almuerzo los domingos.
_ ¿Ella es tu hija? Se parece mucho a Augusta…- Liza me mirada de arriba hacia abajo analizándome.
_Ella es mi mamá.
_Ella es mi esposa.
Contestamos al mismo tiempo.
_Entonces es verdad que ambos están casados… ¿Quién lo diría? Edgar Veracci y Fausto Rossetti los que juraban que jamás se casarían, ¿Quiénes fueron las afortunadas?- Preguntó Lizzy sumida en sus recuerdos.
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Bienvenida a la adolescencia Sophie Rossetti.
Roman pour AdolescentsTener miedo de fallar, de ser ignorado, de no significar nada para nadie, que tu persona más querida te ignore... Esos sentimientos me inundan pero jamás lo digo porque si lo dijese probablemente se burlarían de mi o me tendrían lastima y no quiero...