¡Me encantas!

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-Seguro va a estar nervioso...- La voz de Tomoyo, incluso en el auricular, era cantarina, agradable. Solo pudo reír, no entendiendo el porqué de la declaración.- Pero no te angusties, estarás preciosa Sakura ¡espero que se diviertan!- Un par de intercambios de frases cariñosas más tarde y su amiga había terminado la llamada.

Horas antes, cuando ambas se despidieron en la mansión y Sakura estuvo ya en su casa, la escena que la recibió era, por no decir demasiado, cómica. Su familia estaba sentada en la sala,su padre reía discretamente en el sofá, mientras Touya luchaba contra la idea de Kaho que dictaba ponerle un vestido a Yukito en la boda, cada vez más cercana, de ambos. Kaho había ido en la tarde, cargada de revistas con lo último en moda para novias, y había atiborrado al albino prometido con recortes y publicaciones que exhibían los preciosos vestidos marfilados. Los gritos de su hermano y la risa de su padre llenaban cada rincón de la casa con alegría, Sakura se acercó a la imagen de su madre, tan bella como siempre, y le sonrió saludándola antes de integrarse a la discusión, solo para destruir a su hermano, al decir inocentemente que, de hecho, a Yukito cualquier cosa le quedaría pintada. Entonces la bomba explotó, no por ella, sino porque Yukito había estado ojeando las revistas, pues no quería menospreciar el gesto tan amable de la señorita Mitsuki, y había señalado un vestido en especial, mostrándolo a Sakura mientras le preguntaba "¿De veras crees que me quedaría bien algo así, querida Sakura?" Y, aunque no hablara enserio, Kaho y Fujitaka rieron divertidos y Touya estaba como un tempano de hielo, aterrado ante la proyección de que su pareja apoyara la idea de su amiga ¡No podía ser cierto, eso era traición!

 Finalmente, la idea fue descartada, aunque lo estaba desde un principio, pero no había modo de evitar que prolongar la histeria del mayor de los hermanos Kinomoto fuera siempre tan divertido, más tarde, Touya admitiría que incluso creyó escuchar la risa lejana y dulce de su madre, al lado del espacio en el sofá que ocupaba su padre.

Al rato, todos estaban riendo en la sala, el padre de los Kinomoto se retiró antes a su recamara, pues debía irse temprano a comprar algo en la mañana. Ya que Touya no vivía ahora en la casa habían pensado en retirarse él y Yukito a su apartamento, descartando la idea ante la petición de Sakura para que se quedaran a dormir todos, incluida Kaho. Ambas mujeres se retiraron a la habitación de la menor con las revistas que la pelirroja había traído. Se quedaron observando los complicados diseños que se exponían en las páginas, riendo ante la idea de usarlos o no, rememorando la discusión previa con el hermano de la castaña y pensando en lo difícil que debía ser esa elección para una novia. 

-Es muy importante elegir bien, más que una prenda bonita, significa la primera imagen que esa persona especial tendrá de ti como su esposa...- comentó Kaho, mientras observaba de manera despreocupada una de las imágenes de la revista- Aunque no creo que Yukito aprecie que le pongamos un vestido así, ya que es tan pálido, algunas de estas para Touya, a lo mejor y alguno le hubiese gustado- Ambas rieron ante la imagen patética del moreno con un vestido de corte dulce y volados brillantes.

-Sin duda alguna mi hermano nos mataría antes de usarlo.- canturreó Sakura mientras terminaba de manar de sus labios la dulce melodía de la risa bien infundada. Por un momento pensó que Kaho querría dormir, pues ya no le hablaba a ciencia cierta, pero se sobresaltó terriblemente al ver como esta casi  había gritado al recordar algo, susto que la llevó a caer de la cama en un estruendo que a nadie en la casa sorprendió. 

-Sakura ¿te has hecho daño?-Consideró la pelirroja apenada, estirando su mano,ofreciéndole como soporte para reintegrar a la castaña en el colchón. Una vez juntas de nuevo, decidió explicarle el porqué de su reacción- Lamento haberte sobresaltado. Había olvidado que tu hermano necesitaba comprar algunas flores y que yo le prometí encargarme de ellas mañana, pero me olvidé de pedirle ayuda a alguien y me temo que son demasiadas para recogerlas sola. - La sonrisa resignada que lucía en las facciones alargadas de la mujer conmovieron profundamente a Sakura, quien sonrió, después de todo, ella no tenía nada que hacer mañana

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