la copa feerica

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El gran castillo se abría paso entre los senderos del oscuro bosque, le dolían las manos y por una extraña razón tenía un dolor punzante en la espalda. Sentía un peso de más sobre los hombros, pero por sobre todo un aturdimiento hacia que su cabeza diera vueltas no logrando enfocar sus manos. Al cabo de unos minutos el muchacho logra sentarse y sus ojos se dirigieron a la hermosa luna llena que adornaba con su presencia el oscuro cielo.

Cuando el muchacho por fin logró ponerse en pie, las piernas le temblaban y el corazón le latía a mil por hora. De improvisto un fiero deseo se apodero de su mente, el muchacho sentía la necesidad de salir del bosque, no sabía el por qué, pero tenía que hacerlo, era lo único que su mente era capaz de procesar por el momento.

Empezó a correr directo a una luz frente a sus ojos, parecía el objeto al que tenía que llegar con todas sus fuerzas y la única barrera entre ese regalo y él eran esos retorcidos arboles cremados, carentes de toda vida y alma.

Cuando por fin el muchacho salió de las oscuras sombras del bosque se encontró frente a un lago... el lago brillaba con un increíble tono verde azulado, ondas pacificas se extendían por todo el lago, como una música temerosa de ser escuchada. Cada estrella del cielo parecía formar parte del agua y la luz de la luna no hacía más que perfilar una hermosa escena, un regalo que muy pocos creyó el muchacho verían en su vida.

La garganta del muchacho empezó a doler, su garganta ansiaba aquella agua, un deseo tan animal, tan impropio de un pensamiento racional, parecía que el agua quería también formar parte del cuerpo del joven. Cuando el muchacho metió las manos al agua se asustó al ver el reflejo que se proyecto en las calmadas aguas, se alejo del estanque asustado del monstruo que acababa de ver, el muchacho no podía creer que era esa cosa que lo había mirado de un modo tan despiadado, la mente del muchacho parecía no poder procesar lo visto hace unos momentos.

Aún temeroso decidió acercarse gateando al lago por segunda vez, cuando centro su mirada en la verdad que le mostraba el lago... ese era él... ese demonio con cuernos en espiral sobre la cabeza, cuernos de ternero invertidos, pero no era lo único fuera de lugar, de su boca sobresalían dos colmillos blanquecinos, afilados propios de un cazador, incluso sus ojos habían cambiado dejando en lugar del típico color miel un tono acua decorado por unos rayos esmeraldas brillantes y en medio una larga franja dorada se hacía presente con una prominente luz. Sus ojos parecían los de un gato.

Su piel era de un matiz verdoso, propio del musgo, solo su cabello castaño parecía no haber cambiado. Por un momento el muchacho quedó atrapado en un estado de shock, no supo cuanto tiempo estuvo parado, ni como realmente había logrado mantenerse en pie o siquiera ponerse en pie, hasta que un ruido proveniente de los arbustos lo sobresaltó y lo sacó de su ensueño, pero nada en la vida pudo preparar al chico para lo que vio.

Delante del muchacho se encontraba un pequeño hombre suspendido en el aire, no podía medir más de unos diez centímetros, su cuerpo emitía una luz azulada, su cara estaba totalmente desfigurada, poseía unos colmillos y ojos dorados carentes de edad, a pesar de su rostro desfigurado, atraía al joven como nunca algo lo hubiera hecho, era un deseo carnal, un anhelo por tenerlo cerca. Cuando pronuncio las primeras palabras, si es que hablar se le puede llamar a eso, asustó al muchacho.

-Lennon- la voz de la criatura era dulce, como la nota musical más aguda y perfecta del mundo; y ésta parecía encontrarse dentro de la cabeza del muchacho, pero para el chico eso no era lo más impactante, sino que conociera su nombre- Lennon, ¿Qué haces aquí?

-No lo sé, solo quiero irme a casa- toda calma que había logrado mantener se desmoronó, las lagrimas habían empezado a asomarse por sus ojos, y el muchacho sabía que no tendrían fin, con un hilillo de voz logro hablar casi sin poder respirar, parecía que el mundo estuviera sobre él y estuviera aplastándolo hasta dejar nada.

Deucalion: la copa feericaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora