Chupacabras

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Hacía tiempo que me había mudado con mi familia a un pueblo en medio de la selva. Cuando llegue tenia 13 años y a pesar de los 4 años que llevaba aquí todavía no me acostumbraba al calor húmedo de esta zona tropical, pero para suerte mía las noches eran más frías por lo que cada que tenía oportunidad, ya una vez oculto el sol para dar paso a la noche, salía a caminar por la selva yo solo durante largos ratos en los que podía pensar tranquilo o simplemente alejarme  de los problemas y tener un momento de tranquilidad por más corto que fuera, observando a los animales con los que me topaba durante mi ruta, ya fueran aves, o mamíferos. No había día en que yo no saliera a caminar, mis padres después de un largo tiempo se acostumbraron a ello por lo que ya no me decían nada cuando al terminar de cenar y lavar mis platos salía por la puerta trasera ubicada en la cocina.
Justo hoy después de salir por esa misma puerta, que se había convertido en un escape para mi, me decidí a explorar una nueva ruta durante mi pequeña expedición que con el tiempo ya se había convertido en un hábito. El camino que tome no se alejaba mucho de la casa, o al menos eso sabía, pasó un rato mientras caminaba metido en mis pensamientos cuando repentinamente un ruido, como de hojas agitarse, sonó a mi derecha, me gire pero no vi nada, me dirigí a ese punto para tratar de saber la procedencia del ruido, detrás del arbusto que estaba ahí, había una planta con tallos café oscuro casi negro y con unas hermosas flores blancas que aparentaban ser etéreas, pero eso no fue lo que llamó mi atención, sino más bien el pequeño animal que se encontraba a metro y medio de la planta; de su boca sobresalian un par de colmillos muy afilados entre los cuales llevaba un pobre animal muerto, sus ojos eran grandes y curiosos, y tenía una postura arqueada, aunque claro caminaba en cuatro patas. Ese ser me parecía tan familiar, me quedé congelado observándole  por un instante al igual que el a mi, y cuando al fin logré reconocerlo abrí los ojos como platos y el ser salió corriendo lejos de mí como sobresaltado por mi pensamiento.
Regrese a mi casa corriendo por el sendero, y cuando llegué subí hasta mi habitación para acto seguido echarme a mi cama y quedarme observando desde mi ventana, con las persianas cerradas pero con una pequeña rendija al exterior, vigilando que ese ser no me hubiese seguido. Mi corazón latía desbocado por el miedo mientras las gotas de sudor resbalan por mi frente de los nervios, era inusual verle y aun más aquí, o al menos eso sabía, ese pequeño y curioso ser no era nada más y nada menos que el chupacabras.

Creatura escondidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora