Con el pasar del tiempo empecé a sentir cosas por Victoria. Al principio ni las notaba, pero luego casi no las podía contener.
Ella era especial, quizá no en el buen sentido. Nos peleabamos muy seguido, nos decíamos cosas horribles y muchas de sus actitudes me desagradaban mucho. Pero tenía un no se qué que me fascinaba. A lo mejor era su dulzura, su forma de amarme o recibir mi amor, su voz que era tan tierna que me mataba, o su sonrisa, su sonrisa que apenas la mostraba me seguía enamorando, su boca que se hacía desear o sus palabras tan amorosas. Era eso, su forma de ser. Me moría de amor con ella, pero ella nunca lo notó, ya que una vez se lo iba a confesar y termine diciendo que me gustaba otra (metí la pata en ese entonces jajaja).