The Academy

Capítulo 2: Mi nueva vida y mi primer enemigo

Estuve investigando y leí sobre la Gotei Academy: Esta localizado en Lincolnshire es un condado no metropolitano situado al este de Inglaterra, en el Reino Unido, cerca de la aldea de Cranwell, cercano a Sleaford. El edificio principal de la academia se destaca por su cúpula distintivo, visible desde la mayor parte de las calles adyacentes. Cranwell se convirtió en el punto de entrada para todos los que deseaban convertirse en funcionarios permanentes en la Gotei Academy, y el proceso de selección fue muy riguroso. Desde 1917 Gotei Academy fue servido por su propia estación de tren dedicada en un único ramal de vía de Sleaford. El ramal fue cerrado en 1956 y toda la pista eliminado. Sin embargo, el edificio original de la estación sigue en pie y hoy en día se sigue utilizando como principal cuerpo de guardia de la academia.

Mi casa y la de Rukichi estaban en Tokio, la capital de la nación del sol naciente Japón. El viaje en avión es bastante largo ocupaba casi toda la mañana pero no me importaba. Observé con interés cómo el piloto embarcaba en el avión y entraba en su compartimiento asegurado. No podía comprender la aburrida mirada en su rostro. Volar desde un país a otro era excitante—Rukichi y yo sólo habíamos estado en otro país una vez, cuando nuestro padre nos llevó a un espectáculo en Francia por nuestro duodécimo cumpleaños. Esto es lo que quiero, pensé, mirando a través de la ventana limpia de plástico y cristal, que mostraba el vasto sol acercándose. Para volar, para explorar, para ser libre. Y si esta es la única manera para hacerlo, haré mis elecciones.

Miré mi reflejo en la ventana y moví mis dedos a través de mi melena recientemente cortada. Rukichi había derramado unas cuantas lágrimas cuando lo cortó—adoraba mi pelo y lamentaba ver cómo se iba. Mucho más preocupado que yo. Después, él dobló los pesados, largos, negros y azulados mechones cuidadosamente y los almacenó en una pequeña caja debajo de su cama.

—¿Por qué estás guardando eso? —le pregunté, frunciendo el ceño. Parecía un gesto inútil.

Rukichi se encogió de hombros, sus mejillas encendidas en rosa por la vergüenza.

—Huelen a ti, tú siempre hueles a cerezos. A cerezos, chocolate y a la luz de la luna.

—¿Cerezos, chocolate y la luz de la luna? —Yo había estallado en risas—. ¿De verdad?

Rukichi asintió.

—Echaré de menos ese olor. Y tu risa. Y la manera en la que siempre puedes quitarme el mal humor. Oh, Rukia, te echaré de menos.

—Yo también te echaré de menos. —Mi voz había temblado cuando me di cuenta que nos estábamos diciendo adiós. Íbamos a estar separados por primera vez en nuestras vidas. Y no durante una hora o un día, sino durante meses y meses. ¿Cómo podría soportar estar separada de mi hermano y mi mejor amigo tanto tiempo?

La escena había conseguido entristecer a ambos lados en ese punto. Alejándome de la ventana, decidí que era mejor no recordarlo. Aun así, cuando parpadeé, gotitas de humedad colgaron de mis párpados. Furiosamente, presioné mi manga —la manga de una de las chaquetas de Rukichi— en mis ojos. No haría esto para comenzar mi nueva vida. Tenía que ser fuerte, masculina.

Aunque no había estado rodeada de muchos hombres en mi vida, conocía lo suficiente para saber que me tomarían por una débil chica si lloraba. Y eso podía ser mi perdición.

No llores, me dije a mí misma severamente cuando el avión atracó y los pasajeros a mí alrededor se levantaron y reunieron sus pertenencias. No llores y no vuelvas. Esto es así.

Tomando una profunda respiración, me levanté y agarré mi sencilla mochila de lona. No había traído mucho—unos pocos conjuntos de la vieja ropa de Rukichi y algunos recuerdos de casa. Metidos en una pequeña bolsa y bien escondido en mi mochila suministros para un año poderosos artículos higiénicos que podrían ser insertados para absorber un completo ciclo femenino mensual y luego dispuestos discretamente. En otra bolsa bien oculta también llevaba algunas vendas extra para vendar mis pequeños pechos. Estaba lista para cualquier cosa—o eso me dije a mí misma.