Así me dí cuenta...

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Bajé las escaleras junto a mi hermana que, a los siete años, era más rosa y hueca que pelota de plástico.

Allí estaba, Solange, una chica que, a pesar de ser hueca, me parecía divertida, esperando abajo junto a su hermano, un niño muy fanático de Dragon Ball, al igual que yo; soy Huskin, una chica algo loca y, como dicen mis amigos, friki.

Caminamos hablando de todo, como siempre.

Era una rutina normal, pero había algo diferente.

Yo ya me daba cuenta de que algo andaba mal.

— ¿Estudiaste para tu lección de biología?— Le pregunté, ya que, como no pasó el examen, tenía que compensar con un oral.

— No, no encontré las páginas. Pero me vas a ayudar ¿Cierto?

Dudaba. No porque no la quiera, si no porque mis pequeñas ayudas para que avance se estaban volviendo en una boleta para que yo le haga todo.

Pero a pesar de eso, respondí:

— Sí, claro.

Ella debería haber estudiado para la semana anterior, no para hoy. Ella misma se buscó que su máxima nota vaya a ser seis sobre diez. Se lo advertí.

En la cuarta hora, le tocó, pasó, y se hubiese sacado un nueve cincuenta en vez de seis si se le hubiera ocurrido antes.

Luego, llegó la hora de inglés.

Me tocó pasar a controlar (escribir mi respuesta para ver si estaba bien) y puse lo que tenía en mi cuaderno. Estaba bien, para mi suerte.

Justo nos tocaban ejercicios diferentes.

Como Sol estaba a mi lado, le tocó después. Le presté mi libro ya que se olvidó el suyo.

Justo ésa infernal respuesta, estaba mal.

Lo hicieron notar mis compañeros.

Me dió en el corazón lo que dijo.

— Es de Huskin, no me culpen a mí.

No le hablé, me puse a dibujar el símbolo original de Goku que me acababa de enseñar mi nueva compinche, con mis mismos gustos, Midori.

Ella se sentó en el banco, y no pude evitar murmurar desmadres.

— ¿Qué dijiste?

Y no aguanté más.

— Mejor ni te digo. Por ahí alguna palabra sale mal, me copiás y después me echás la culpa.

— Bueh ¿Te enojaste?

Sonreí lo más cínicamente que pude.

— ¡No, estoy perfectamente!

— Es mucho sarcasmo.

— Entonces te digo directamente que estoy muy enojada con vos.

Desde ahí, dejamos de hablar. Estuve un poco haciendo los ejercicios de la próxima clase, hasta que se acercó mi mejor amigo.

— Holah— Dijo con su tono gracioso, un tono que nunca me va a salir.— ¿Qué hacés?

— Gasto mi birome.

Estuvimos en silencio una fracción pequeña de tiempo. Ronaldo decidió cortar ésa fracción.

— ¿Y ésa cara de culo?

Sonó el timbre de salida, rápidamente juntamos nuestras cosas, y salimos.

— Nada, Rob. Estoy bien.

— Dale, decime.

Luego de que insista un buen rato, solté.

— Es con Sol.

Una Amistad Casi PerdidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora