El Guerrero sin Nombre

1.7K 5 1
                                    

Pues bien, ésta será el relato con el que me estrene en wattpad. Realmente lo creé ansiosa por publicar algo aquí, y aunque me siento orgullosa del resultado para la próxima trataré de esforzarme como es debido y dar a luz un bonito relato para recordar (aunque si queréis escoger éste, sois libres ). Espero que sea del agrado de todos los valientes que se lancen a leerlo <P

MaríaSerrAg - El Guerrero sin Nombre

------------------------------------------------------------------------------------------------------------

El sopor era casi palpable. Los párpados me pesaban y sentía como poco a poco perdía  control sobre mí mismo, cómo cada una de las partes de mi cerebro y mi cuerpo se entregaban a los brazos de Morfeo y se dejaban vencer por él aun sin ser lo adecuado.

Ahora tenía que mantenerme en vilo, o eso era lo que nos había ordenado el general dado que, según él, el enemigo podía aparecer en el campo de visión de un momento a otro. “Mantened los ojos abiertos”, gritaba el muy condenado una y otra vez.

Una y otra vez..

Una y otra vez.

 Ajusté la espada al cinto por enésima vez aquella noche confiando en que aquellos breves segundos de falsa concentración por nimia que fuese la empresa podrían salvarme del sueño. No, claro que no. Llevábamos en aquél destacamento días enteros sin ingerir más que miserias que recolectábamos y apenas si nos quedaban fuerzas para hablarnos unos a otros, por lo que resultaba imposible alejar los pensamientos de una buena cabezada que te aislase del desagradable olor a sudor humano y los gruñidos sordos. De todas formas estaba seguro de que aunque aún mantuviésemos las bocas suficientemente húmedas para chismorrear ninguno se atrevería a dirigirle la palabra al compatriota por miedo a dejar escapar por la boca al necio que todo llevamos dentro.

Cuando el hombre está en situaciones extremas como en la que nos encontrábamos nosotros, sin alimento y escasa agua, la convivencia se hace insufrible. Todos te molestan e incluso llegas a desear que no respiren para que no te roben el impalpable oxígeno que todos atesorábamos porque no teníamos nada más que nos perteneciera.

 Daba asco, tanto que desde hacía una semana había deseado noche tras noche que los enemigos irrumpieran en el maldito campamento y nos arrasaran fuese cual fuese el resultado.

 -         Por Dios, que acabe ya este condenado infierno.

 Como dije: el necio que todos llevamos dentro escapa por la boca como alma que lleva el diablo. Poderosas y peligrosas armas las palabras.

Como si por algún tipo de ironía Dios hubiese querido darme una lección al fin respondió a mis oraciones. Sí, era irónico y un tanto macabro el pensar que aunque le pedí cobijo contra el sol, agua y pan durante días era ahora, cuando rogaba la muerte, que me la entregaba en bandeja, descansando en los filos de las espadas de aquellos quienes galopaban hacia nosotros con sed de sangre y gloria.

Nosotros no éramos nada, y lo sabíamos. Por eso los segundos siguientes a la campanada de alarma fueron los más frenéticos y fugaces de toda mi vida.

 Hombres recolocándose las armaduras, ciñéndose las espadas, preparando las flechas desde la retaguardia, encendiendo antorchas y gritando órdenes por doquier. El pecho del general, que lucía con orgullo placas que de poco le servirían en las horas venideras, subía y bajaba con desenfreno mientras pequeños salivazos escapaban de su boca tratando de dar las órdenes más precisas, rápidas y efectivas con el fin de salvar su pellejo y el de sus hombres.

De todas formas había que ser demasiado estúpido para no cerciorarse de un solo vistazo que nos superaban en número, armamento y organización. Al fin y al cabo nosotros formábamos uno de los pequeños destacamentos del ejército perdedor, del bando derrotado en la guerra y que estaba exhausto de pequeñas escaramuzas en busca del honor que se le había sido arrebatado.

El Guerrero sin NombreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora